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Gore enseña sus credenciales para 'heredar' la Casa Blanca

Ha nacido un candidato a la presidencia de EE UU. Al Gore aprovechó la oportunidad que un agradecido Bill Clinton le brindó -romper con la tradición y anticipar 24 horas su discurso, para que no quedara eclipsado por el del presidente y para subrayar su condición de delfín- y dejó claro que nunca ha habido un vicepresidente que reúna sus cualidades y que tenga tanto juego como él en las decisiones que se toman en la Casa Blanca. Gore ofreció la mejor imagen de la Administración demócrata, de la que podría reclamar la paternidad de los éxitos más sonados, y lanzó un cortés pero demoledor ataque contra Bob Dole. Contra el tópico que le presenta como hombre frío y cerebral, Gore consiguió además hacer reír y llorar a los delegados, lo cual sirvió para no perder el ritmo emocional de la convención.La línea de Gore fue clara: así estaba el país cuando llegamos, así está ahora; así quiere Dole que vayan las cosas y así pensamos que deben ir. Tras la sombría caracterización de la época de George Bush, Gore describió con escasa modestia los logros del Gobierno en educación, telecomunicaciones, medio ambiente, desarme nuclear y mediación pacificadora en Haití, Bosnia, Irlanda del Norte y Oriente Próximo.

Caballerosidad calculada

En una estrategia de caballerosidad muy calculada por la Casa Blanca, Gore ensalzó al oponente de Bill Clinton, el senador Dole, un hombre bueno y decente del que recordamos sus servicios y su valor al superar las heridas sufridas en el campo de batalla". Después de colocar de esta forma a Dole en el museo de Historia, Gore remató la faena: "En su discurso de San Diego, el senador Dole se ofreció como un puente hacia el pasado; Bill Clinton y yo nos ofrecemos como un puente hacia el futuro".Dole -"el senador Dole", decía Gore, para recordar los 36 años de carrera profesional en Washington que el candidato republicano prefiere obviar- votó contra la creación de Medicare y de Medicaid (cobertura médica de ancianos y desafortunados). "Votó incluso contra la decisión de enviar una misión a la Luna. Si éste es el hombre más optimista de EE UU, ¿cómo será el más pesimista?".

Ya estaba caliente el patio para que Gore electrizara con la respuesta coreada, que ya empleó con éxito en la convención de Nueva York. En Chicago, el grito ha sido "¡No les dejaremos!", armado a partir de la respuesta de Clinton a Newt Gingrich y Dole cuando le quisieron chantajear con el cierre de la Administración, el invierno pasado, para que firmara un presupuesto con recortes drásticos en Medicare, Medicaid, educación y medio ambiente.

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