La claridad del sonido de Cleveland
En la historia de la quincena y en la del teatro Victoria Eugenia hay que! anotar dos nuevas jornadas de triunfo: la presentación de la orquesta de Cleveland y el estreno de la nueva versión de Akelarre, de Pascual Aldave sobre textos de Baroja.Desde su formación en los años veinte, la Sinfónica de Cleveland, cuenta entre las más grandes orquestas del mundo. A partir de 1982 la dirige Christoph von Dohnányi, músico de gran probidad y larga experiencia, que no parece que esté a igual altura que su orquesta, un instrumento precioso y diferente incluso entre los americanos.
Su brillantez sonora, especialmente en los metales, la expresividad' de sus arcos y el virtuosismo individual y colectivo producen la admiración de todos, y esta vez lo hicieron en la Quinta de Maliler a través de una versión excelentemente construida y clarificada, un poco excesiva en los fuertes pero con muy bello sonido y moderación expresiva en el célebre adagieto. Antes, los arcos de Cleveland ofrecieron el Cuarteto en fa menor,opus 95, de Beethoven, en la transcripción de Mahler, que no deja de ser tina desnaturalización del original. Además, tener una orquesta la de Cleveland y no aprove como charla en un programa íntegramente sinfónico produce cierto desencanto, en gran parte compensado por la magnificencia de la interpretación.
Baroja y la brujería
Pascual Aldave (Lesaka, Navarra, 1924) es un compositor independiente dentro de la generación de 1931. Hereda Aldave, a su manera, la tradición vasca en obras de gran empeño cuyo naciorialismo se aparta de lo literal y a su vez aborda textos de distinto carácter y lengua, sean de Unámuno o de Aleixandre. Akelarre, gran partitura en evolución, quizá ha encontrado su fórmula dramático-lírica definitiva en la versión ah ora estrenada y extraordinariamente aplaudida por el público que llenó el Victoria Eugenia. Sobre textos de Baroja, procedentes de La leyenda de Jaun de Alzate y La dama de Urtubi, adaptados por Juan María Lekuona, Aldave ha construido una sucesión de cuadros sinfónico vocales de gran plasticidad y fuerza rítmica. Si cuando toca el mundo de la brujería alcanza efectos muy directos, todo lo que se refiere a lo lírico, especialmente Nostalgia del enamorado, nos transmite un puro mensaje de belleza. El conjunto entero es vasco desde la raíz en Akelarre, tanto si se basa en material tradicional del País Vasco y de Navarra, en sus datos diferenciales, o si nace de la invención personal del compositor. Con todo, y llenar el programa en sus dos partes, Akelarre interesa e impacta. Más todavía si la versión es tan auténtica clara y contrastada como la dirigida por Juan José Mena a la coral Andra Mari, de Rentería, que pilota José Manuel Tife y la Orquesta Sinfónica de Bilbao con la colaboración solista del bien conocido barítono Iñaki Fresán. Como resume su autor, Akelarre II es, fundamentalmente, una fiesta vasca, a la que se incorporó el público con ánimo participativo en una noble y brillante jornada barojiana.
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