Más leyes y más abusos
"Durante estos cinco días que dure la conferencia", dijo ayer Ron O'Grady en Estocolmo, "los niños explotados recibirán de 10 a 12 millones de clientes". Este tipo de datos y los acontecimientos de Bélgica están moviendo a reflexión interna a muchos países. En Alemania, por ejemplo, se observa con estupor cómo el endurecimiento de la legislación no ha servido para reducir la explotación sexual de los niños. Según datos de la Oficina Federal de Estadística, en 1995 la justicia alemana tuvo conocimiento de 16.013 casos de abusos sexuales contra niños en los que se vieron afectados 18.044 menores. La cifra representa un incremento del 6,1% respecto al año anterior.Pero la cifra de casos conocidos representa sólo la punta del iceberg del problema, pues en muchos casos los abusos no llegan a denunciarse. Las mismas fuentes aseguran que en multitud de ocasiones se descubre que los autores de los abusos son familiares.
El problema de la pederastia se complica por el turismo sexual practicado por más de, 60.000 alemanes que buscan relaciones con menores a precios de saldo en el sureste asiático y en Latinoamérica. A pesar de la reforma del Código Penal de 1993, que permite juzgar en Alemania por los delitos de este tipo cometidos fuera del territorio, el turismo sexual florece como negocio por las dificultades para llevar a los pederastas ante los tribunales, ya que muchas veces sus víctimas extranjeras no pueden presentarse como testigos.
La portuguesa Valéria Rosa, responsable del Movimiento del Apostolado de los Niños, ha reconocido estos días que Funchal, la capital de la isla de Madeira, es una ciudad incluida en el catálogo de rutas gay, donde se sabe que es fácil obtener contactos sexuales con niños. "Es fácil observar los movimientos de algunos turistas que llegan a Madeira con ese objetivo", añade.
El secretario de Estado de Inserción Social y jefe de la delegación portuguesa que asiste a Estocolmo, Rui Cunha, también ha tenido que reconocer que, por desgracia, Portugal es un país donde se reclutan niños para la producción de películas pornográficas.
Pero dentro de Europa los países más alarmados por este asunto son los del Este Activistas de derechos humanos han llamado la atención sobre el caso Rumania y Hungría, países convertidos en importantes focos de turismo sexual basado en el abuso de los menores.
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