Continúa la venta de droga en San Blas pese a las protestas
Su protesta no toma vacaciones. Los vecinos de San Blas, que desde mayo se movilizan contra la masiva venta de droga en las viviendas modulares de la avenida de Guadalajara, siguen manifestándose cada tarde, de lunes a jueves. Todos los días se concentran de 200 a 300 personas que recorten el barrio coreando consignas. Se quejan de que, pese a la presencia policial, que aumentó con sus movilizaciones, en este núcleo de barracones habitado por familias gitanas sigue habiendo, un fuerte trapicheo.Este lunes, mientras se celebraba la protesta, la policía detuvo a seis habitantes de Los Módulos. Se les aprehendieron 150 gramos de cocaína y 50 de heroína. El arresto se produjo, según fuentes policiales, después de que uno de los agentes fuera invitado a consumir "droga de la buena".
A media mañana de ayer, con dos vehículos de la policía controlando la entrada al poblado y varios agentes a caballo en su interior, decenas de toxicómanos seguían colándose en el asentamiento por los huecos abiertos en el muro que lo rodea. Eso sí, entraban con menos facilidad que hace meses, teniendo que estar al quite de la presencia de agentes. Pero no salían de vacío.
Menos policía
"Desde mediados de julio ha bajado el numero de efectivos policiales, y, en cualquier caso, numerosos toxicómanos siguen entrando al poblado", explica una de las portavoces de los manifestantes. "En tres ocasiones los habitantes de Los Módulos nos han lanzado piedras y han causado heridas leves a tres mujeres; es verdad que se han derribado chabolas, pero hasta que no desaparezca todo el núcleo no se resolverá el problema", añade.En la antigua escuela deportiva municipal, entre desperdicios, se cobijan desde hace días heroinómanos que ejercen de machacas de los camellos, alertándoles de la presencia policial y recibiendo a cambio los restos de la mercancía.
Una mujer, cuyo hijo heroinómano le amenaza con venderle todos los muebles, asegura: "Ya sabemos que el trapicheo, si no está aquí, irá a otro lado, pero yo creo que si mi chico no tuviera la droga a la puerta de casa lo dejaría". Una joven madre gitana de Los Módulos afirma estar harta. "Tengo muchas ganas de irme porque mi marido, que está preso, es drogadicto, y menudo panorama nos espera si cuando salga seguimos aquí", explica.
María, una drogodependiente habitual de este núcleo, explica que ahora deben ser más cautelosos. "Hay que esperar a que la policía se despiste o al relevo de patrullas, pero al final se pilla; algunos agentes te requisan la dosis pero la mayoría no lo hace porque agravaría el problema", afirma. "Yo entiendo que los vecinos se agobien, pero no creo que pegando a los toxicómanos, como hacen algunos, se resuelva nada", concluye. Los manifestantes niegan las agresiones.
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