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Una exposición recrea en París el deseo de volar

La posibilidad de volar siempre ha atraído a los humanos. A los pájaros y a su vuelo les hemos atribuido valores que van más allá de la mera capacidad de desplazamiento. Los artistas han abordado la cuestión de muchas maneras, y eso es lo que nos muestra la Fundación Cartier en su exposición Comme un oiseau (Como un pájaro), que permanece abierta durante el verano en París, hasta el próximo día 13 de octubre.

Como un pájaro pone en relación, a través, de 150 piezas, las piedras grabadas por los nativos de la isla de la Pascua y las telas de Basquiat, las aves mecánicas y festivas de Tinguely y los dibujos extraordinarios de Jacques Barraband para las manufacturas de Sèvres o los Gobelinos, las cabezas emplumadas precolombinas y los móviles de Calder, la enorme pajarera creada para la ocasión por Jean-Pierre Raynaud y las Mujeres rodeadas por el vuelo de un pájaro, de Joan Miró.Sugerir la sensación de vuelo, evocar el canto de los pájaros a los músicos que -como Messiaen- han compuesto a partir de graznidos, cantos o chillidos de aves, retomar la mitología que presenta a Zeus metamorfoseado en águila para secuestrar a Ganimedes o a Icaro escapando gracias a unas alas que han de fundirse al calor del sol, continuar siendo hombre, pero con pico y garras creadas por Max Ernst, o estilizar tanto la idea del ave en el espacio para lograr lo que Brancusi, son algunos de los objetivos que se han fijado distintos creadores, anónimos o célebres, por motivos religiosos o puramente estéticos.

Puede que de todas las aves -reales o no, en tres dimensiones o pintadas- las más hermosas y divertidas sean las de Panamarenko, un artista cuyo nombre ya empieza por ser un alias que quiere evocar a la Pan American Airlines Company, y que fabrica esqueletos de pájaro con madera de balsa, cables, engranajes y plexiglás, a veces movidos por motorcillos que se alimentan de energía solar. Panamarenko es también el inventor del Bernouilli, una plataforma con hélices encerradas en pajareras y que se protegen de una eventual caída a base de dos grandes globos, es decir, como un aerobús que volase con un enorme paracaídas desplegado, por si las moscas.

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