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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

V-Q como aviso

EL PRESIDENTE del PP en Cataluña, Aleix Vidal-Quadras, ha puesto en un apuro a su propio partido al declarar, en el marco de un debate universitario en Santander, que los partidos nacionalistas son "uno de los problemas más graves e insidiosos de la democracia". Vidal-Quadras censuró también la "ingenuidad", " Impotencia" y "fragilidad doctrinal" -demostradas por el PSOE y el PP a la hora de relacionarse con CIU y el PNV. Vidal-Quadras lleva años diciendo más o menos lo mismo, pero desde que los resultados de las elecciones legislativas forzaron a su partido a buscar el apoyo de los nacionalismos periféricos se había abstenido de insistir. Ahora regresa donde solía argumentando que una cosa es el respeto al pacto -en un gesto de reciprocidad, el PP es ahora una fuerza sumisa a CIU en el Parlamento catalán- y otra la renuncia del PP a sus señas ideológicas. Pero las reacciones producidas en los socios actuales del PP indican que no siempre es posible distinguir lo uno de lo otro. Y menos cuando se considera a partidos que tienen y respetan el aval de las urnas como un problema para la democracia.El mismo martes, un portavoz del PP se apresuraba a desmarcar al partido -"es sólo una opinión personal"- a la vista de la reacción de CiU: si lo que piensa Vidal-Quadras es lo que piensa el PP, debería buscar otros socios. Vidal-Quadras argumenta que CiU también ha suscrito el pacto sin renunciar a sus principios y asegura que una cosa son las convicciones y otra, las alianzas, pero el PP no ha sostenido aparentemente tales convicciones y, por ejemplo, de denunciar la inmersión escolar ha pasado a reclamar la rotulación en catalán de la terminal de Barajas del puente aéreo. El episodio revela, en todo caso, la debilidad de un giro dictado por la necesidad antes que por la convicción e insuficientemente explicado. Vidal-Quadras demuestra que hay un problema no resuelto en el PP.

Existe también una visión interna, en clave doméstica, de la andanada cántabra de V-Q. Está cerca el congreso regional del PP y la renovación de su dirección. Tras el pacto forzoso con CIU, pareció que Vidal-Quadras perdía fuerza en favor del sector que él mismo tilda de criptoconvergente. Sin embargo, sus más destacados representantes -Fernández Díaz, Lacalle- han recibido encargos en la Administración o en organismos públicos que los han alejado de la competición congresual. El propio candidato popular en las últimas elecciones, que predicó con relativo fracaso un giro catalanista del PP, Trias de Bes, ha sido enviado a la presidencia de Trasmediterránea. En esta situación, se produce la salida de tono de V-Q ,de la que discrepan públicamente incluso algunos de sus más allegados. ¿Osadía suicida de alguien que está incómodo en su nuevo papel de aliado de quien considera un peligro para España? ¿Pasión por el propio discurso intelectual que no atiende a cálculos coyunturales? ¿Prueba de fuerza en vísperas congresuales? ¿Anticiparse a su propio funeral? En cualquier caso, Vidal-Quadras, que tiene la creencia de que su discurso es el que esperan las bases catalanas del PP, siempre ha manifestado que no se presentará a la reelección si no cuenta con el apoyo de Aznar. ¿Se lo dará éste cuando, aparentemente, el partido no comparte las opiniones personales de su dirigente catalán? Aznar, que colocó a Vidal-Quadras al frente del PP en Cataluña, se ha limitado a considerar que todo se debía a una "calentura de verano". El inminente congreso deberá aclarar la situación y la clave estará en la ponencia política que deberá fijar una postura orgánica en asuntos sobre los que Vidal-Quadras ya se ha pronunciado.

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