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La Cruz

Manuel Vicent

El Dios que han elaborado los teólogos está cada día más lejos de la Tierra, más alejado de la humanidad. Es otro ingenio espacial que navega por el vacío. Lleva en el interior una complicada trama de disquisiciones metafísicas semejante a la microelectrónica con que la NASA maneja desde abajo una nave de aluminio por las esferas. Como es lógico, si los teólogos tuvieran la absoluta seguridad de que Dios no existe, no por eso dejarían de hacer teología. Este Ser Inmaterial ha sido lanzado por los teólogos al espacio, donde permanece ajeno a cualquier contagio mientras ciertas jerarquías de la Iglesia, que son sus representantes en España, están obsesionadas por plantar la Cruz del Redentor sólo en un determinado casillero de nuestra declaración de Hacienda. Los misioneros blancos bajan a las sentinas de la humanidad y allí entregan su vida por evangelizar a unos negros, a unos cobrizos o aceitunados, a los cuales prometen el cielo, pero estos neófitos recién bautizados les dan esquinazo y antes de ir al cielo llevados por los ángeles prefieren llegar a Europa nadando. España es la encargada de guardar la portería del fondo sur de este paraíso. Aquí la policía los droga, los empaqueta y los reexpide como ganado otra vez al infierno para que allí los misioneros les sigan dando más doctrina. Se supone que esta innoble maniobra la detecta desde las alturas ese Ingenio Espacial fabricado por los teólogos, pero aquí en la Tierra ningún obispo ha protestado por esta falta de caridad del Gobierno de derechas. Existe un increíble despilfarro de energía espiritual en la Iglesia católica: por un lado, sus misioneros entregan la vida en el corazón de la selva; por otro, las jerarquías desperdician la ocasión de compadecerse en público ante unos simples repatriados africanos que han sido tratados de forma inhumana contra las leyes del Evangelio y la simple decencia política. Se trata de elegir el lugar prioritario para plantar la Cruz: bien en el casillero de Hacienda, bien en los depósitos de inmigrantes de Ceuta y Melilla.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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