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Crítica:ROCK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los profesionales

El compositor y guitarrista Mark Knopfler nunca ha sido un aficionado; no lo fue con su anterior banda, la archiconocida y llena de grandes éxitos Dire Straits, y menos aún lo es en solitario. Hace unos meses que el británico editó su primer trabajo sin el arropo de un grupo, al que ha titulado Golden heart, después de no haber dejado que su guitarra se empolvara paseándola por colaboraciones y homenajes como el dedicado a Buddy Holly en un trabajo colectivo llamado Not sade away remembering Buddy Holly, o editando un trabajo, con los Notting Gillbillies.Con Golden heart se ha puesto en marcha de nuevo la maquinaría de las grandes giras, pero Mark Knopfler ha vuelto a apostar por una sencillez que encajó a la perfección con la sosegada y fresca noche que caía sobre la plaza de toros de Las Ventas. La sobriedad y la elegancia del escenario, con unas luces verticales que llovían sobre las tablas convirtiéndolas en agua de vivos colores, ayudaba a crear el clima de relajación que marcó el concierto, pero que tampoco escuchó el silencio entre los temas gracias a un público que demostraba su admiración por las manos de Knopfler. Con todos los elementos a favor, esta perfecta banda compuesta por grandes músicos de estudio se dejó llevar por los recuerdos que traen temas inmortales de la discografía de Dire Straits como Calling Elvis, Romeo and Juliet, Sultans of swing, Water of love, Walk of life y Brothers in arms, entre otros que fueron pasando sin pausa y sin prisa por las dos horas largas de concierto.

Mark Knopfler

Mark Knopfler (guitarra y voz), Richard Bennet (guitarra), Glenn Worf (bajo), Chad Cromwell (batería), Guy Fletcher (teclados), Jim Cox (órgano y piano). Entradas: 3.500. Plaza de toros de Las Ventas. Madrid, 26 de julio.

Mark Knopfler, esta vez sin su característica cinta en el pelo, tan delgado como siempre y vestido con una luminosa camisa roja, habló con el público sin parar de sonreír, agradeciendo las tormentas de aplausos con las que fue atronado.

Cuando Knopfler comenzó su carrera, su virtuosismo parecía no encajar en los tiempos que buscaban la anarquía estilística como nueva revolución; pero ahora, sin haber tenido que evolucionar más que en el perfeccionamiento de su personal técnica, sigue vigente su pasado musical. Tampoco su presente desentona en la busca de un lugar que le perteneció y que no puede perder porque tiene ganada la batalla del tiempo con su profesionalidad. Da lo mismo que componga o toque la guitarra, ambas musas nunca le han abandonado y calidad es sinónimo de su personalidad.

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