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RADIOGRAFÍA DEL SUBURBANO

El metro ganó más de cinco millones de viajeros el año pasado

Antonio Jiménez Barca

La inauguración de las seis estaciones nuevas que cerraron el anillo de la línea circular en mayo del año pasado se ha traducido ya en hechos: durante 1995, cinco millones y medio más de viajeros se decidieron a utilizar el metro. Se confirma la recuperación de clientes que se inició en 1994, aunque lejos del récord de usuarios (500 millones) en los años setenta. El año pasado- circularon diariamente por los andenes algo más de un millón de personas. En total, 397 millones.

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"Ganamos viajeros, y en parte se debe a las nuevas líneas, pero esto no es lo más importante de los nuevos tramos; lo esencial es que sirven para redistribuir a los usuarios", asegura un portavoz; "Va a ser muy difícil que lleguemos a los 500 millones de viajeros que utilizaban el metro en los años setenta: la gente va más en coche ahora", continuó.Van menos que hace 20 años, pero más a gusto, a juzgar por las opiniones de los usuarios actuales, que se sienten en general bastante satisfechos del servicio, aunque remarcan un punto negro en la red: el miedo. En la última encuesta llevada a cabo por la empresa, en noviembre del año pasado, que incluyó preguntas a 6.060 viajeros, la nota media del suburbano fue de notable. Exactamente un 7,12, algo más que el resultado de la encuesta de 1994, cuya calificación general no pasó del 6,93. El único apartado que no ha logrado aprobar ha sido el de la seguridad: un 4,80, algo menor que el 4,96 obtenido el año anterior.

Aurelio Rojo, director de Infraestructuras de Metro, achaca el hecho a una "sensación de inseguridad" más que a la inseguridad misma. "El metro, de por sí, da algo de miedo, por la soledad de los pasillos. La calle es más peligrosa y, sin embargo, el metro mete más pavor", añade Rojo.

Ante la alarma y las críticas, Metro presentó en noviembre un nuevo plan de defensa cuya principal novedad -además de incrementar el número de vigilantes- consistía en dotar a los guardias de un uniforme de aspecto más contudente e intimidorio a fin de desanimar a los delincuentes.

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En diciembre se intensificaron las medidas contra los maleantes que actúan bajo tierra: los 134 vigilantes pasaron a ser 242. Tanto el sindicato CC OO como Solidaridad Obera estiman que el dispositivo no ha funcionado. Según sus datos, la seguridad en el metro empeora mes a mes. Y el mes de junio, a su juicio, ha sido el peor del año en este aspecto. Y otro detalle: en la encuesta, los usuarios señalan que precisamente la seguridad es el aspecto más importante a la hora de enjuiciar el servicio.

Para los ciudadanos consultados, el metro madrileño está bastante bien señalizado (8,03) e iluminado (7,59); los torniquetes funcionan correctamente (7,26) y se viaja deprisa (7,68). Por contra, los habituales del metro encuentran que van menos seguros contra accidentes que el año anterior (7,19, algo menos que el 7,43 de 1994) y que los empleados son menos atentos: en 1995 la calificación en atención-amabilidad con los viajeros ha sido de un 5,52; en 1994, fue de un 5,69).

Dato curioso: los que más bajo calificaron fueron los viajeros de 25 a 34 años de edad; por contra, las personas mayores fueron las menos críticas con el servicio. La diferencia, según Metro, es debido "quizá [a que los mayores] perciben las acciones de mejora continua de las que ha sido objeto el servicio en los últimos años".

La millonada de viajeros del año pasado se ha desplazado a una velocidad media de 24,60 kilómetros por hora (en coche, por el centro de Madrid, es de 14,6). Ocuparon, por lo general, el 61% del espacio disponible en hora punta de los coches, según señala la memoria.

En cuanto al capítulo contable, la memoria reseña que en 1995 Metro ahorró 800 millones de pesetas de la subvención otorgada por el Consorcio de Transportes, que ascendió a 22.580 millones, 700 más que el año pasado. De la venta de billetes se recaudaron 20.000 millones. Es decir, las instituciones pagan aproximadamente la mitad de lo que cuesta cada billete.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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