_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Piezas de primer orden

A partir del 9 de julio, el visitante de la exposición De Canaletto a Kandinsky. Obras maestras de la colección Carmen Thyssen-Bornemisza, que, inaugurada el pasado 21 de marzo, permanecerá abierta en el Museo Thyssen-Bornernisza, de Madrid, hasta el 8 de septiembre, la verá incrementada con ocho nuevos cuadros, adquiridos recientemente por la baronesa y que, desde luego, aumentan el ya muy significativo valor de la colección (comentaré sólo cinco de ellos porque los tres últimos, comprados hace días, no ha habido oportunidad de verlos). Los autores de tres de estos cuadros apenas si necesitan presentación, pues se trata del veneciano Canaletto (1697-1768), el más importante pintor de vedute del siglo XVIII; el francés Claude Monet (1840-1926), la figura capital del impresionismo, y, en fin, el español José Gutiérrez Solana (1886-1945), una de nuestras broncas aportaciones excéntricas al arte contemporáneo sin pasar por la trivialidad de lo folclórico.Uno de los otros dos pintores, comparativamente menos populares, es, a mi modo de ver, un interesantísimo artista, que dista mucho de haber alcanzado su valoración crítica adecuada. Me refiero a Emile Bernard (1868-1941), el cual, por lo menos, sí está siempre citado en los manuales como uno de los protagonistas destacados de la Escuela de Pont-Aven, cuya estrella fue Paul Gauguin. El otro es Maximilien Luce (1858-1941), uno de los seguidores del estilo neoimpresionista.

De todas formas, sin restar importancia a la relevancia histórica de estos pintores, lo que aquí interesa son las obras que los representan. En este sentido, creo que todos los cuadros poseen una calidad notable, que, en algún caso, merece el calificativo de excepcional. El Canaletto, por ejemplo, representa una peculiar vista de los muelles del Brenta en Padua, tan poco habitual en el maestro que, durante un tiempo, se creyó de Bellotto.

Respecto del cuadro de Monet, El puente de Charing Cross a la altura del Parlamento, está firmado y fechado en 1899, y es uno de los motivos recurrentes de su etapa final, cuando estaba obsesionado por los contraluces con niebla que le proporcionaron unos efectos sordos de una intensa belleza. Monet llevaba ya algunos años instalado en Giverny y, sólo de vez en cuando, hacía viajes, como los de Londres entre 1899 y 1904. Se trata, además, de un cuadro que se expone por primera vez.

En lo que afecta a Bernard, pintor sensible y un muy fino teórico y crítico, ya se ha dicho que es una figura en proceso de positiva reivindicación crítica. El cuadro suyo, ahora adquirido, creo que avala lo que estamos sugiriendo: se trata de una pieza muy significativa desde el punto de vista histórico, ya que se pinta en 1887, en pleno desarrollo del núcleo artístico de Bretaña, que no sólo produjo la pintura llamada sintetista, sino que reelaboró él sentido simbolista en arte. En cierta manera, este delicado cuadro, La rueca, es casi un bello manifiesto de las preocupaciones estéticas que acabamos de citar.

En cuanto al Solana, Las coristas, de 1927, representa uno de los asuntos característicos del pintor español y está pintado en uno de sus mejores momentos de madurez. Por último, la Fábrica a la luz de la luna, de Luce, debe hacernos pensar en este mismo tema tratado por Regoyos.

En fin, nos hallamos ante cinco adquisiciones de primera magnitud, engarzadas en las líneas matriciales de la colección de la baronesa, la cual está dando pruebas de un apasionamiento por enriquecer su colección no sólo muy encomiable, sino también la vía más segura para que ésta se convierta en poco tiempo en un conjunto formidable. Prueba de ello es que, además de los cinco cuadros anunciados hace unas semanas, se incorporan a última hora Molino de agua en Gennep, de Van Gogh, Naturaleza muerta con papagayo, de Robert Delaunay, y El Sena en el puente de Sevres, de Stanislas Lepine.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_