Una urbanización de Algete edifica un muro que aísla a 200 vecinos
Parece el muro de Berlín: divide Algete (13.000 habitantes) en dos. La reedificación de esta pared sobre el camino del Vivero por la urbanización de lujo Ciudad Santo Domingo ha causado la irritación de unos 200 vecinos que viven detrás del muro. Para ellos, el citado camino es el acceso más corto desde sus casas a Algete y a Madrid. Durante casi 20 años existió un muro que derrumbaron hace dos años los agricultores de la zona. Ahora la urbanización ha vuelto a levantarlo y el paso por la puerta será limitado.
El camino es público, según los afectados, y privado para la comunidad de propietarios de Santo Domingo, que se niega a hacer declaraciones sobre la disputa vecinal. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid tiene la última palabra sobre este asunto, ya que los vecinos mantienen un recurso contencioso administrativo contra la "invasión del camino" por parte de Santo Domingo. Los afectados tienen que dar un rodeo de 11 kilómetros por la N-I para tomar la dirección a Madrid. La empresa Gas Natural ha reconstruido el muro a instancias de la junta directiva de Santo Domingo. Sólo falta que instalen la puerta metálica con llave que tenía antes.Izquierda Unida de Algete presentó la semana pasada dos denuncias contra el polémico muro. Los motivos: Comenzó a edificarse sin licencia de obras y además está jalonado por cristales rotos, prohibido por la legislación. "Creemos que, se trata de una vía pública y que todo el mundo tiene derecho a transitar por ella", asegura Esperanza Martínez, portavoz de IU. Gas Natural solicitó el pasado viernes la licencia de obras, tras la denuncia de la coalición. La compañía afirma que desconocía la polémica. El alcalde Carlos Torquemada (PP) -que reside en Santo Domingo- afirma que este nuevo muro sirve "para restaurar el anterior", derrumbado hace, más de dos años por máquinas de labranza de agricultores enfurecidos. Estos se veían obligados a abrir y cerrar con llave diariamente una puerta metálica abierta sobre el anterior vallado. "El camino no es público ni privado hasta que haya una sentencia judicial. De momento, lo único que reconocemos en la zona es una servidumbre de paso para labradores", dice Torquemada, quien afirma que los vecinos que protestan quieren aprovecharse de los servicios de Santo Domingo e incluso que les recalifiquen sus terrenos.
Sol Enríquez, una de las firmantes del recurso, arquitecto de 57 años que vive al otro lado del muro en una finca ganadera, se queja de que los trabajadores del RACE y madres con niños que van al colegio público de Santo Domingo se han visto obligados a trepar por el anterior montículo de tierra que sustituyó al muro derruido y ahora no podrán pasar por la puerta.
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