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Los sindicatos desafían a Kohl y amenazan con luchar contra una República sin bienestar social

El presidente de la Federación Alemana de Sindicatos (DGB) -10 millones, de afiliados-, Dieter Schulte, apeló ayer, en una gigantesca manifestación de 200.000 personas en Bonn (350.000 según los organizadores), a "levantarse contra quienes de forma abierta o por caminos oscuros quieren otra República" con desmantelamiento social; exigió al Parlamento Federal (Bundestag) que vote contra el programa de recortes sociales del Gobierno; amenazó a los empresarios con que "si la razón ya no sirve, se impondrá la lucha", y preguntó al canciller federal, el democristiano Helmut Kohl: "¿Quiere usted pasar a la historia como el canciller de la unidad de Alemania y de Europa o como el del mayor desempleo e injusticias sociales?".

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"Huelga general, ocupación,expropiación"

Tres medidas del Gobierno alemán han levantado ampollas en los sindicatos: El pago del salario en caso de enfermedad, que el Gobierno pretende reducir al 80% del total o compensarlo con descuentos en los días de vacaciones; aumentar las facilidades de despido en las empresas con menos de 10 trabajadores, y elevar la edad de jubilación hasta los 65 años, cuando ahora no llega, en la práctica, a los 60 años.El presidente del Sindicato Alemán de Empleados, que cuenta con más de medio millón de afiliados y es una organización no acogida bajo el manto de la DGB, Roland Issen, llamó la atención sobre el peligro de "una evolución con riesgos incalculables para nuestra democracia si se abre más la tijera entre pobres y ricos", y "advierto que el que apuesta por un golpe social en frío hace revivir los fantasmas de Weimar". La República de Weimar se instaló en Alemania entre las dos guerras mundiales y desapareció arrollada por el nazismo.

En las mentes de muchos de los que ayer acudieron a la manifestación, convocada por los sindicatos alemanes en Bonn, contra el paro y en favor de la justicia social estaba todavía presente el recuerdo de otra similar en los años ochenta contra los euromisiles atómicos de la OTAN.

Cálculos objetivos y las imagenes aéreas mostradas por la televisión permiten asegurar que los pacifistas de los ochenta ganaron a los sindicalistas dejos noventa en número y entusiasmo. Los mencionados 350.000 manifestantes de los organizadores, más que habitantes tiene Bonn, sólo existieron para quienes confunden sus deseos con la realidad.

Entre las decenas de miles de manifestantes acarreados en trenes y autobuses gratuitos, financiados por la DGB, reinaba una sensación de cumplir con un ritual o realizar una especie de ejercicio obligatorio en un día de sol radiante.

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Schulte e Issen leyeron en tono monocorde sus discursos sin apartarse ni una coma del texto previo repartido a la prensa. Apenas hubo aplausos para los discursos. No obstante, no se puede decir que Schulte no haya expuesto ayer las cosas claras en su casi media hora de discurso. Comparó el dirigente sindical la manifestación de ayer con la de hace casi 15 años Y dijo que entonces se trataba de la paz exterior, y ahora de la interior: "Entonces había un movimiento pacifista. Hoy ha nacido un nuevo movimiento social". Explicó Schulte que la manifestación se realizó "contra un programa enmascarado como paquete de medidas de ahorro, pero que en realidad es un catálogo de injusticias sociales y crueldades. En verdad, un paquete de medidas de desmantelamiento social, un atentado contra los derechos sociales de trabajadores y trabajadoras, contra las mujeres y los parados. Un atentado contra nuestro Estado social, pero no consentiremos que los ricos se hagan más ricos y los pobres más pobres". Atacó Schulte a los patronos incompetentes y mencionó varios de una lista de responsables de desastres empresariales recientes en Alemania: "Esos incompetentes bien trajeados causan más daño a la economía nacional en un solo día que todos los trabajadores que se escaquean del trabajo en los últimos 10 años". Acusó Schulte a los empresarios de buscar el conflicto: "Y yo digo que, si quieren el conflicto, lo tendrán". Expuso Schulte la disposición de los sindicatos a aceptar un pacto para el empleo, renunciar a aumentos salariales a cambio de no reducir las plantillas, pero "exigimos prestaciones y contraprestaciones. No nos dejaremos chantajear".

Pasó luego Schulte revista al Gobierno federal y se llevaron sus improperios los ministros de Trabajo, Norbert Bluem, Hacienda, Theo Waigel, y el canciller Kohl. Se preguntó dónde están los valores sociales y cristianos de un Gobierno que recorta los subsidios sociales para los más pobres y al tiempo les regala a los ricos la supresión del impuesto sobre el patrimonio. Denunció que desde 1989, fecha de la caída del muro de Berlín, "rniles de millones entraron en los bolsillos de avispados especuladores y empresas occidentales sin que en el este de Alemania se creara empleo". Y pidió a los diputados del Bundestag voten contra el programa de recortes del Gobierno federal: "Ustedes tienen en sus manos que en Alemania se mantengan las señales de tormenta o que de nuevo nuestro país encuentre el camino de la paz social".

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