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Los diputados socialistas se quejan de la precaria intendencia del Congreso

Anabel Díez

Los parlamentarios españoles están a la cabeza Europa en cuanto a malas condiciones de trabajo, por falta de medios materiales y humanos. Los socialistas, al perder el poder, han chocado de bruces con esta realidad y no salen de su asombro, sobre todo los ex altos cargos, al ver que cada diez coordinadores de área cuentan como única asistencia con una secretaria. El diputado raso no tiene quien le atienda.Una ex secretaria de Estado decía al poco de estrenarse como diputada que lo peor no es quedarse sin coche oficial: "Es lo menos relevante. Coges el tuyo y lo metes en el aparcamiento de la Cámara". Cada vez que llega a su despacho mira el contestador y detecta más de una docena de llamadas telefónicas a la espera de ser atendidas, después de haber dispuesto con anterioridad de dos o tres secretarias para filtrarle estas incursiones externas. Con una secretaria para todo el grupo parlamentario, dice, ¿Cómo le vas a pedir que atienda esta tarea?. Antes, con una simple llamada, un director general se cuadraba y le presentaba de inmediato un informe sobre el estado de tal o cual tema. Ahora no tiene a quien llamar ni pedir a nadie que lo haga por ella. Los canales de información se han roto. Ni siquiera puede pedir un café.

Según numerosos testimonios, el problema está en que los servicios de la Cámara -ujieres, secretarias, técnicos, letrados- no están pensados para ayudar a los parlamentarios. Joaquín Leguina, portavoz en la comisión de RTVE, se dirigió anteayer por carta al secretario general del Congreso, Ignacio Astarloa.Leguina le pide que propicie el contacto humano "entre los interinos, tal es la condición que toda democracia exige a los diputados, y los fijos que prestan en esta casa sus servicios". También el ex ministro José Borrell, así como el portavoz del Grupo Socialista, Joaquín Almunia, y el secretario general, Jesús Caldera, recitan sus penurias. Esta opinión es compartida, por todos los miembros de la Cámara. Eso sí, el grupo parlamentario que está en el Gobierno lo nota menos. Para su trabajo cuenta con la ayuda fundamental de todo el aparato de la Administración.

Al llegar a la Cámara, ex ministros socialistas o ex altos cargos se han dado cuenta de que no hay botón al que llamar para que acuda alguien ni persona a la que encargar un informe. Leguina muestra el organigrama del Congreso con muchas secretarías y servicios, "en el que no aparecen para nada los diputados".

Un solo ujier

Como detalle no desdeñable, informa de que en las plantas donde están los despachos de los diputados no hay un sólo ujier. Cuenta el ex presidente de la Comunidad de Madrid que el Congreso remite numerosos telegramas a su domicilio, que nunca le llegan porque al vivir solo, nadie los puede recoger.

El secretario del Grupo Socialista, Jesús Caldera, alaba el gran servicio de documentación del Congreso, para decir inmediatamente que resulta bastante inútil para el trabajo del diputado. Hace de la necesidad virtud, y afirma, que con la pobreza de medios sobresalen "los buenos parlamentarios", al tener que ingeniárselas para hacer iniciativas e intentar poner en un brete al Gobierno con muy poca asistencia.

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Los siete asesores jurídicos del Grupo Socialista no pueden atender con la premura que se requiere en el trabajo parlamentario las demandas de los 141 diputados. Joaquín Almunia apostilla que los españoles son los parlamentarios europeos que trabajan en peores condiciones.

Borrell, que ya maneja con bastante soltura su ordenador, al igual que su compañero Leguina, señala que "la democracia española no ha dotado a sus representantes de medios materiales para desempeñar sus funciones". Reconoce que después de 13 años de Gobierno, alguna culpa deben tener los propios socialistas.

La carta de Leguina al secretario general del Congreso, Ignacio Astarloa, ha hecho las delicias de sus compañeros. A Leguina se le ocurrió esta iniciativa después de desesperarse por no ser capaz de hacer funcionar el fax y la fotocopiadora de su planta. Reconoce que junto a los aparatos había, sí, sendos manuales de uso, pero a su juicio adolecen de un no pequeño defecto: "Son ininteligibles".

La sugerencia de Leguina al máximo responsable del Congreso de los Diputados, dicha en tono humilde, reza así: "Podría usted dedicar una persona de entre las que prestan por aquí sus servicios, tan sólo una hora, o quizá dos, de cada día a estos menesteres, es decir, al manejo de la maquinaria, la cual saldría así del despilfarro e inutilidad actuales".

Según Leguina, el hecho de que hubiera estas personas de la casa ayudando a los parlamentarios traería aparejados otros bienes. "Me refiero al contacto humano entre los interinos, tal es la condición que toda democracia exige a los diputados, y los fijos que prestan en esta casa sus servicios".

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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