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"Cantar con micrófóno es algo que atenta contra la misma esencia de la ópera

Diez años después en su debú en el Liceo de Barcelona, la soprano estadounidense Cheryl StuIder (Michigan, 1956) vuelve a actuar en Barcelona convertida en una de las divas de moda. La cantante, que hoy protagoniza un concierto de arias de ópera en el Palau de la Música Catalana, se muestra partidaria de las óperas en versión de concierto, pero se declara enemiga de la amplificación. "La ópera en concierto es una fórmula válida como complemento a una programación y ayuda a los cantantes a preparar sus nuevos papeles afirma. "Pero la amplificación es algo que atenta contra la misma esencia de la ópera. Si nos pasamos la vida aprendiendo a proyectar la voz en un escenario, no tiene sentido cantar con un micrófono".Para Studer, es muy difícil que tres grandes sopranos se decidan a emular los conciertos de los tres tenores. "El repertorio es el problema, ya que las sopranos no tenemos canciones con el gancho de O sole mio, o arias tan célebres como La donna é mobile o Nessun dorma", comenta. "Además, creo que con una buena soprano en el escenario es más que suficiente", añade bromeando.

La soprano estadounidense salta del belcanto al mundo wagneriano con pasmosa versatilidad y en su recital en el Palau de la Música, dentro de la temporada del Liceo, quiere demostrarlo con creces. En el programa que ha preparado, acompañada por la Orquesta del Liceo y el director italiano Giuliano Carella, Studer alternará célebres arias de óperas de Bellini, Gounod, Mozart, Cilea, Puccini y Wagner.

Studer considera que la amplitud de su repertorio no debería levantar polémicas, porque no responde a un capricho sino a una evolución natural de su voz. "Nunca dejaré de cantar Mozart, Schubert y Strauss, pero mi voz se ha hecho más grande y ha adquirido el peso necesario para cantar personajes más dramáticos hacia los que quiero orientar mi carrera", afirma la diva, cuyo próximo objetivo son los personajes de Puccini.

Desde que saltó a la fama en sólo dos años, al triunfar en el Festival de Bayreuth en 1985 y en la Scala de Milán en 1987, su carrera es imparable. La cantante, que este verano interpretará Fidelio, de Beethoven, en el Festival de Salzburgo bajo la dirección de Georg Solti, bromea sobre su fama de copar las mejores oportunidades profesionales, dirigida por batutas del prestigio de Claudio Abbado, James Levine, Riccardo Muti o Lorin Maazel. "Es que parece que canto en todas partes cuando lo cierto es que selecciono Mucho mis compromisos y no supero las 50 actuaciones, por temporada. No creo ser envidiada por mis colegas y siempre estoy dispuesta a ayudar a las jóvenes voces".

Cancelaciones sonadas

En la carrera de una diva, las cancelaciones también son sonadas. En marzo de 1995, dos días antes de su debú en el teatro de la Zarzuela de Madrid, donde debía cantar La traviata, de Verdi, junto a Alfredo Kraus, Studer canceló alegando una súbita indisposicion. La expectación era enorme y la cancelación sentó como un jarro de agua fría en tre los aficionados."Todo fue una desgraciada confusión. Durante los ensayos sufrí una intoxicación alimenticia, pero los directivos del teatro no acabaron de tomar en serio mi enfermedad. Decidí, marcharme para consultar con mi médico y el teatro me exigió un certificado que demostrara que estaba realmente enferma. Pero cuando mi médico me visitó ya me en contraba mucho mejor. Manifesté al teatro mi deseo de volver para cantar algunas funciones, pero me respondieron que ya no hacía falta", dice Studer.

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