_
_
_
_
LA LUCHA POR EL KREMLIN

"Dudáiev lamentó cien veces haber nacido"

Pilar Bonet

El líder independentista checheno Dzhojar Dudáiev confesó a su esposa que, cuando veía toda la destrucción que la guerra había traído a su gente, llegaba a lamentar haber nacido. En la tranquilidad de una tarde dominguera en el pueblo de Ivantéievka (en las afueras de Moscú), Alla Dudáieva, una rusa de rostro blanquísimo, casi traslúcido, recuerda con una voz queda, como el piar de un polluelo, sus experiencias como compañera del líder caucásico en una entrevista realizada por esta corresponsal y VIadímir Kulístikov, de Radio Svoboda.Alla Dudáieva (de soltera Alevtina Kulikova), que acompañaba al general cuando éste fue alcanzado. por un misil teledirigido, encuentra el consuelo de sus trágicas vivencias en la poesía y jalona de versos una conversación de casi tres horas. Precisamente debido a la poesía Alla estaba junto a Dudáiev la fatídica noche del 20 al 21 de abril, ya que esperaba que él le dejaría usar el teléfono satélite para leer sus rimas a una emisora a la que era aficionada. "Dudáiev se retorcía las manos y gemía cuando veía lo que le mostraban por televisión, cuando vio Grozni incendiado o cuando se enteraba de la muerte de uno u otro de sus amigos íntimos. No dormía. Dejó de tomar té o café. Sufría mucho por todo el pueblo, por todas las tierras chechenas quemadas. En una ocasión me reconoció que lamentó cien veces haber venido a este mundo".

Más información
"Lo mató el mundo entero"

"Se culpaba de todo"

¿Sentía Dudáiev responsabilidad por la guerra? Alla cree que "él se culpaba de todo y por eso sufría tanto". También se culpa a sí misma por haberle impulsado a que apoyara a Yeltsin en agosto de 1991 ", cuando un grupo de funcionarios soviéticos dio un golpe de Estado. Chechenia se distinguió entonces por su apoyo a Yeltsin, e incluso Ilegaron a ofrecerle una escolta".Según Alla, Dudáiev hizo todo lo posible para evitar la, guerra. "En primavera y en verano [de 1994] envió emisarios a. Yeltsin e intentó ponerse de acuerdo con él, pero los emisarios no llegaron al presidente, porque en su entorno había chechenos que Dzhojar había echado del Gobierno [de Chechenia]". Dudáiev estuvo a punto de aceptar los servicios mediadores del general Alexandr Stérligov, pese a la escasa influencia de éste. Stérligov, un general del KGB de orientación comunista muy ortodoxa, le invitó a ir a Rusia, pero Dudáiev se convenció de que se arriesgaba a "caer en una trampa". Alla dice estar segura de que, de no haber sido por su muerte, Dzhojar hubiera acabado realizando su sueño de entrevistarse con Yeltsin.

"Dudáiev haría lo mismo que hace Selimján Yandarbíev y sus guerrilleros. Ellos continúan su camino", 'señala. Yandarbíev es el "ideólogo y el téorico de la revolución chechena. Está a la altura de Dudáiev, ya que apoyó todas sus iniciativas, y ahora arriesga su cabeza en su lugar". Alla explica que Dzhojar se disponía a dejar un testamento a nombre de Yandarbíev cuando sufrió el primero de los 12 atentados perpetrados contra él.

Alla siente mucho el paso que dio Shamil Basáiev hace un año, cuando tomó por asalto un hospital en Budiónnovsk y provocó un incidente que causó más de cien muertos. "Lo condené, pedí perdón al pueblo ruso, pero también lo comprendí". "Los pilotos rusos eran mas violentos aún cuando quemaban nuestros pueblos y dejaban a nuestro niños mutilados", dice Alla, que se considera una chechena.

Alla conoció a su futuro marido cuando él era teniente. Le gustó, porque tenía una "dignidad interna" y porque la reprendió darle un plantón y hacerle perder el tiempo. Vinieron después los años de peregrinaje de guarnición en guarnición por toda la URSS. Cuando ella quería reprocharle algo lo hacía mediante un poema, que leía en presencia de los amigos."Cuando fue elegido presidente del Congreso Nacional Checheno y los ancianos le dijeron que, como primer general de la República, debía trabajar por su país, se retiró [del Ejército] y volvió a Chechenia". Cuando los Dudáiev y sus tres hijos llegaron desde Tartu (Estonia) Grozni en 1991, Dzhojar se concentró tanto en la política que olvidó a su familia.

Cuando hubo que huir de Grozni, en diciembre de 1994, Alla vivió culta en una casa de Oréjovo, levantándose de noche para cocinar en un fogón rebelde la comida de su esposo -que no siempre estaba en el hogar- y los hijos. Luego daba clase a Degui, el menor. Por las noches se escondía en el sótano y ponía la radio, cuando tenía pilas. Los versos no le salían.

El islam se potenció en la vida le los Dudáiev con su llegada a Chechenia. "Cuando servía en el Ejército soviético, Dzhojar rezaba, pero no sistemáticamente. En Chechenia comenzó a dedicarle más tiempo a los rezos, y especialmente después de ir a La Meca, cuando renunció a su coñac favorito".

Según Dudáieva, "durante la guerra los jóvenes chechenos han comenzado a orar a Alá, y la fe ha tenido un papel decisivo Nuestros soldados no bebían alcohol, muchos dejaron de fumar y en el mes del Ramadán muchos luchaban hambrientos, porque creían que si transgredían esa costumbre Alá no les aceptaría".

Alla se convirtió al islam y siguió leyendo libros de espiritualidad hasta convencerse de que Dios es uno para todas las religiones. Ahora ha decidido dedicarse a la política y dice que Dudáiev se le aparece en sueños y, le ha ordenado seguir defendiendo su causa. Ella lo ha entendido como una misión de paz y por eso, dice, está en Moscú. A Turquía, adonde iba a volar cuando fue detenida, quería ir para informar a los dirigentes rusos de que hay un "partido de la guerra", gente como Doku Zavgáiev a la que no apoya la población.

Dudáieva no ha visto satisfechas las esperanzas que puso en su viaje a Moscú. Cree que el "sentido del discurso" que pronunció en el congreso de una organización femenina, que la invitó por medio del jefe del servicio de seguridad del presidente, "no se reflejó en la prensa". "Lo que dije sonó como un apoyo a la reelección de Yeltsin, aunque lo que yo hice fue una defensa del presidente, trazando una analogía entre las. dificultades que tenía Dudáiev en Chechenia y las que tiene Yeltsin aquí, que también está rodeado de una pandilla, que es la que organizó la guerra". "Mi defensa fue interpretada como una exhortación a votar a Yeltsin, y a mí me resultaba incómodo retractarme, así que decidí que no desmentiría lo que habían entendido".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_