"Lo mató el mundo entero"
"A Dudáiev lo mató el mundo entero, porque en el firmamento, antes de que la bomba cayera sobre él, volaban seis o siete satélites, y luego supimos que uno de ellos era de fabricación norteamericana y otro de fabricación francesa..." Alla Dudáieva contesta así cuando le pregunto quién mató a su marido, al que llama Duki.La noche del 20 al 21 de abril, en una comitiva de dos coches, Dudáiev salió a un descampado a llamar por su teléfono satélite. Sabía que era peligroso. Ya había comprobado que los aviones rusos lanzaban misiles teledirigidos en respuesta a la señal del teléfono. Había calculado que, desde la conexión hasta la llegada del proyectil, pasaban 18 minutos, y confiaba en su suerte.
Dudáiev no contaba con el cable largo de la antena que le permitía alejarse y ganar tiempo. Colocó el aparato sobre la cubierta del coche e hizo dos llamadas. Por el firmamento se movían, según Alla, un satélite ruso, un avión pesado y un caza. El general pidió a su esposa que se alejara a unos 20 metros y se olvidase de sus poesías. La mujer creyó escuchar el trino de un pájaro. Y luego, la explosión.
Cuando se recuperó de la onda explosiva, Alla descubrió el cuerpo de su marido y sus dos acompañantes junto a los restos del coche.
Dzhojar, cubierto de tierra, estaba tendido, sin el gorro, con el pelo chamuscado y una profunda herida sangrante en el cráneo. Alla no quería creer que Dzhojar había muerto. En el otro coche, lo llevaron a un pueblo, mientras ella dirigía palabras tiernas a la cabeza que yacía en su regazo.
Dos días -"los más horribles de mi vida"-, Alla estuvo junto al cadáver, ocultando que había muerto, reteniendo las lágrimas y asegurando a los visitantes que Dzhojar estaba bien. "Al principio, decidimos ocultar su muerte, porque temíamos que la gente se lanzara a ataques suicidas". "Pensé que, leyendo mis versos por radio, ganaríamos tiempo. Luego vi que era una actitud ingenua, y dijimos la verdad".
El entierro se celebró en secreto, y no en las montañas como quería Dudáiev, porque era demasiado peligroso. Fue en un lugar cercano y provisional, en espera de que la paz, cuando llegue, permita cumplir los deseos del general.
Los hijos no estuvieron presentes, AvIur, el mayor, de 25 años, al que Alla vio por última vez "poco antes de la muerte de su padre", estaba lejos. Él también había pagado su tributo a la guerra, al ser herido en Argún. En Chechenia todos se han acostumbrado a la muerte, y Alla asegura que Duki "está bien" en el más allá. Se lo ha dicho el mismo. "Mirándome con los ojos entornados, con esa mirada tan suya".
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