73 millones de niños, obligados a trabajar

"El trabajo infantil existe y se desarrolla sencillamente porque es ignorado o tolerado por la sociedad; a veces incluso, en sus formas más abusivas, como si formase parte del orden natural de las cosas" sentencia la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el informe Trabajo infantil, ¿qué hacer? en el que señala que el pasado año 73 millones de niños entre 10 y 14 años -uno de cada ocho pequeños- ejercían alguna actividad económica en el mundo. Estas cifras sólo reflejan la punta del iceberg.

Según un estudio realizado con datos de fuentes oficiales, el 13% del grupo de edad analizado se encuentra en Asia, es decir, 44,6 millones, seguido de África con 23%, seis millones, aunque esto representa el 36,3% y América Latina con el 9,8%, que equivale a 9,8 millones. Por países, Kenya se sitúa en el primer puesto, con 41,3%, seguido de Senegal con el 31,4%, Bangladesh con el 30,1%, Nigeria con el 25,8%, Turquía con el 24%, China con el 11,6% e India con el 14,4%. En el continente americano, Brasil es el país que más menores trabajadores tiene, con el 16,1%, seguido de México con el 6,7% y, en Europa, en Portugal trabajan el 1,8%.Se piensa que los menores de 10 años que trabajan son muy numerosos. "No cabe duda que si se pudiera contabilizar a todos, y hubiera estadísticas adecuadas del trabajo doméstico que las niñas hacen a tiempo completo, el cálculo arrojaría centenares de millones", dice Assefa Bequele, especialista de la OIT. Y son precisamente las niñas las que tienen más probabilidades de entrar en la vida activa, igual que los menores del mundo rural comparados a los de las ciudades. La mayoría cumple jornadas de nueve horas o más.

El escaso cumplimiento de la ley es uno de los mayores obstáculos para erradicar este fenómeno. Sólo 49 países han ratificado el convenio sobre la edad mínima, y 21 son en vías de desarrollo. Casualmente entre estos no figura ningún país de Asia. Tampoco funcionan las soluciones basadas sólo en el crecimiento y en la legislación. "Si no se adoptan medidas concretas, el crecimiento casi nunca beneficia a los más pobres", dice la OIT.

La pobreza no es la única causa. Los autores del informe se preguntan si las deficiencias que obligan a muchos niños a trabajar son resultado del subdesarrollo o de unas prioridades mal atribuidas. Y van más allá: por qué no se invoca la pobreza en el gasto que se destina a armamento.