Guerra de propaganda en la entrada
Tanto el Gobierno británico como el de Irlanda saben perfectamente que los líderes del partido republicano, el Sinn Fein, el único de los 10 principales partidos norirlandeses que no ha recibido invitación para acudir a las conversaciones, se presentarán hoy en el castillo de Stormont buscando, sobre todo, un poco de publicidad.A última hora se ha pensado incluso en neutralizar el efecto propagandístico que tendrían las imágenes de los negociadores del Sinn Fein, el brazo político del IRA, rechazados en la entrada de las dependencias gubernamentales, y se ha decidido dejarles entrar y darles con la puerta en las narices en el interior del edificio, al abrigo de las cámaras de televisión y de los fotógrafos. Sin imágenes no hay propaganda. No hay problema.
Lo que nadie sabe es si, al final, faltará a la cita alguno de los invitados. lan Paisley, el radical líder unionista, es el que más pegas ha puesto, tanto a la agenda negociadora como a la presidencia de la mesa, a cargo del ex senador estadounidense George Mitchell, al que tilda de pro IRA. No obstante, a favor de la presencia del reverendo Paisley está la ausencia de las conversaciones del Sinn Fein. Mientras que éstos permanezcan en el exterior de la sala de debate, no es probable que Paisley se descuelgue de las conversaciones.
Horas antes de inaugurar esta tarde junto a su homólogo británico, John Major, la mesa negociadora que culmina el primer tramo del proceso de paz del Ulster, el primer ministro irlandés, John Bruton, acudirá a un funeral, el del policía de 52 años asesinado el pasado viernes por un comando terrorista, del IRA según las fuerzas de seguridad, pese a que los Provisionales han negado este extremo. Un segundo agente quedó gravemente herido.
Con su presencia en la ceremonia, Bruton pretende dejar claro su absoluto rechazo a la violencia y su determinación de que no habrá sitio para el Sinn Fein en la mesa negociadora mientras el IRA no deponga las armas. Los Provisionales han evitado hasta ahora comprometerse con una reanudación de la tregua que ellos mismos rompieron.
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