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Minako Obata: "El color de la piel no tiene nada que ver con la emoción"

La vocalista japonesa presenta su música en España

Diego A. Manrique

Minako Obata (Osaka, 1971) se ha dado a conocer internacionalmente con We have a dream y True peace of mind. El primero de esos discos, donde hace gala de una voz robusta y extraordinariamente flexible, se grabó entre Tokio y Los Ángeles, donde se formó musicalmente. "Allí perdí mi esnobismo respecto a las razas o los colores: descubrí que muchos de mis discos favoritos de artistas negros se hicieron con músicos o productores blancos".

Estamos habituados a las historias de artistas japoneses que sumergen en culturas ajenas, pero lo de Minako Obata supera lo oído hasta ahora: en su fascinación por la música negra de Estados Unidos, ella terminó convirtiéndose al cristianismo. Tal como ella recuerda, "yo vivía en Los Ángeles y tenía amigos que cantaban en coros de gospel. Me llevaron a una iglesia del gueto y lo entendí todo, recibí una claridad que me llevó a leer la Biblia y aceptar las enseñanzas de Jesucristo. Los japoneses tienen una actitud frívola con la religión, se bautizan y se casan por diferentes creencias atendiendo a la vistosidad de las ceremonias. Hay un vacío en el alma japonesa que yo he podido rellenar, afortunadamente".Minako estaba en California estudiando a las órdenes de Seth Riggs, que ha dado clases de canto a George Benson o Michael Jackson. "Yo venía de lo que en Japón se llama free jazz. Que consiste en que músicos y cantantes se juntan en un local, alguien sugiere como idea África o nieve o lo que sea y todos visualizamos el concepto y empezamos a improvisar. Pero es una ruina, ya que los dueños sólo nos dejan hacerlo cuando no hay público".

We have a dream, el primer disco de Minako publicado en España, contiene temas donde aparece su firma junto a una versión de Spain, la serpenteante pieza de Chick Corea que a la que Al Jarreau puso letra. "Y hay también un fragmento del Concierto de Aranjuez al comienzo. Fue un poco por cabezonería mía: Spain es una pieza dificilísima de cantar, yo me empeñé en dominarla y no iba a desperdiciarla. Lo curioso es que los versos son muy románticos y no coinciden con las ideas que los japoneses tenemos de España. Y todavía no sé cómo encajar que en un país así también se haga música como la de Joaquín Rodrigo".

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