La fuerza del compromiso
La tristeza es una desolacion que impide, tal vez prohibe, su expresión misma. Porque hablo de la tristeza por la muerte de un maestro y amigo, las palabras pugnan no obstante con el deber, con la necesidad de pronunciarse. Como diría José María Valverde, "qué somos si no nos decimos". Con el eco aún de quien se fue, tanto más sentimos la palabra propia, esa heredad sin dueño que debemos custodiar para que nunca sea dominio de nadie, pero por la que hemos de sabernos poseídos para ser capaces de transmitirla y participar de ella.La palabra como comunión es el legado vivo y el don que como compromiso nos deja el maestro de la Universidad de Barcelona. Y es con voz inmediata y dolorida, pero orgullosa de su ejemplo, como deseo evocarle. En los primeros 60, planteando la posibilidad de hablar de literatura y cine, dispuesto a la sugerencia de algunos estudiantes y ávido de encontrar resolución a vagos proyectos juveniles
La política fundamental e José María radicaba en el sentido innegociable de la palabra. En primer lugar estética, y esa fue su mejor lección ética. Pero su acento en la palabara como vencedora de resistencias, sin poner jamás puertas al campo, es la impronta de su paso, lo que más nos queda de él aunque sin él se sienta uno más metido en el descampado.
En 1967, por solidaridad -creo que por un sentido elemental de comunión cristiana-, Valverde pasó a los Estados Unidos. El llamado régimen había destituido a Aranguren, García Calvo y Tierno Galván. Con una elegancia tan elemental como rara, Valverde se consideró automáticamente apeado; creo que hubo algunas solidaridades, pero que no llegaron a la dura encarnación del amigo y maestro de tantos. Ser elementalmente cristiano es muy difícil. Pasar además al abrazo con los comunistas pertenecería ya al dominio del interplanetario.
Como quería mucho a los hombres, y buena prueba de ello es su dedicación a Machado y a Vallejo, aspiraba a un mundo para todos. La frase "mi mundo no es de este reino", de Bergamín, se aplicaría en su caso además al sentido de que cualquier mando sólo puede ser provisional.
Descubridor de la poesía de ideas en Antonio Machado, la palabra de Valverde fue deviniendo porosa, complementaria de sus amigos barceloneses, cpatadora de la honda conciencia en Gabriel Ferrater. Su voz permanecerá en nosotros ahora que la tristeza nos hace ver hasta qué punto orientó la inteligencia de tantos y tan distintos caracteres. Pero, al recordarle, las palabras espíritu y alma dejan de ser expedientes retóricos y son vínculos que nos mueven a amar esta tierra.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.