Tensión en la Comisión por el autoritarismo de Santer sobre el euro
La Comisión Europea vivió ayer una jornada de tensión interna por lo que algunos altos funcionarios califican de "insólito autoritarismo" del presidente, Jacques Santer, en las discusiones internas sobre la implantación de la moneda única, "que tanto contrasta con su discreto perfil a la hora de hacer frente a los chantajes del Reino Unido en el caso de las vacas locas". El malestar salió a flote a partir de la discusión, el miércoles, del documento Preparación de la Unión económica y monetaria: situación actual. En él se recoge por escrito, por vez primera, la posibilidad de cortar los fondos estructurales -no sólo el de cohesión- a los países que no accedan al euro e incumplan los techos máximos de déficit permitidos (véase EL PAÍS de ayer).El texto, que fue aprobado tras rebajarlo de categoría (de "comunicación" pasó a convertirse en documento de trabajo a presentar al Ecofin del lunes), no había sido sometido al colegio de comisarios con suficiente antelación, lo que provocó el malestar de algunos miembros del colegio. Más grave aún, el presidente "cortó enseguida el fuerte debate, en un asunto tan decisivo", lamentan dichas fuentes. La responsable de los fondos estructurales, la alemana Monika Wulf Mathies, encabezó la protesta contra el documento -elaborado por Santer y por el comisario de Asuntos Monetarios Yves-Thibault de Silguy- porque podía poner en cuestión un elemento tan esencial de la construcción comunitaria como la política de reequilibrio estructural. Le secundó el vicepresidente Manuel Marín. Y aunque sus enmiendas fueron asumidas, Santer cortó la palabra del otro comisario que la había pedido, el también español Marcelino Oreja, alegando que con lo hablado ya bastaba.
Protesta escrita
Pero Oreja no quiso renunciar a su elemental derecho de participar en el debate y decidió hacerlo por escrito: recurrió al procedimiento que los comisarios utilizan cuando están ausentes de Bruselas y adjuntó en el acta oficial de la reunión el texto de su intervención. Un hecho bastante insólito en la historia del ejecutivo comunitario.El documento aprobado será leído el lunes a los ministros de Economía. Su configuración incomoda a los comisarios cuyos países de origen no disponen de una sólida base de partida para incorporarse a la moneda única desde el primer momento.
En efecto, a la posible "condicionalidad" en el otorgamiento de los fondos estructurales a los Estados miembros excluidos del euro, se une una posible sanción de carácter "bastante diabólico", como la calificó ayer un experto: "Vincular algunos pagos del presupuesto comunitario a los desarrollos de los tipos de cambios reales". Eso significa que si una moneda nacional excluida del euro se depreciase, la Comisión podría efectuar sus pagos al Estado afectado en su propia moneda en lugar de la comunitaria (hoy, el ecu; mañana, el euro).
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