El ocaso del Sol Rojo
La captura, juicio y condena de Li Min-yin, el supuesto jefe de la temible banda del Sol Rojo en Madrid, marca el ocaso de la mafia china en la capital. Así lo creen algunas fuentes policiales, que sitúan entre 1990 y 1995 los años de máxima actividad de esta organización. Fueron tiempos en que las extorsiones, los secuestros, las explosiones nunca aclaradas e incluso los crímenes se dispararon en la comunidad china. Una espiral que llegó a alarmar a las autoridades -incluso Felipe González pidió ayuda de China- y que motivó el inicio de un cerco policial, ejemplificado en la persecución de Li Min a través de Francia, Alemania, la República Checa y Eslovaquia. Este acoso motivó una retracción de las bandas, que, como muestran las declaraciones de los testigos confidenciales publicadas por este periódico, buscaron refugio en los países del Este y en negocios más respetables. El peligro reside ahora en que las infraestructuras no tocadas -en el caso de Li Min, los jueces no han investigado su entramado mafioso sirvan de puente para la vuelta de los criminales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.