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AL GORE, EN ESPAÑA

El mensajero de Clinton

Al Gore es el vicepresidente de EE UU con más poder en las últimas décadas

Antonio Caño

Si la Administración de Estados Unidos quería demostrar el interés con el que ha recibido el reciente cambio de Gobierno en España, no podía escoger mejor mensajero que el vicepresidente, Al Gore. Reconocido en Washington como el más influyente asesor de Bill Clinton, es uno de los vicepresidentes con más poder de las últimas décadas y probablemente el político demócrata con más proyección en la actualidad. Tanto en política interna como en su actividad internacional, Gore es una de las principales protagonistas de los éxitos cosechados por esta Administración, así como uno de los motores que impulsa a Clinton hacia la reelección.Tradicionalmente, la vicepresidencia ha sido un cargo poco más que decorativo en la vida política norteamericana. Al Gore, por el contrario, buscó un espacio discreto pero eficiente al lado de Clinton, a quien muchas veces sostuvo cuando el presidente se tambaleó en sus dos primeros años de gestión. En 1994, una fuerte corriente de opinión dentro del Partido Demócrata llegó a alentar la candidatura presidencial de Gore en 1996, y el vicepresidente tuvo que reafirmar en público su lealtad al presidente para desvanecer cualquier duda.

El portavoz de la Casa Blanca, Michael McCurry, ha dicho que, aunque con frecuencia Clinton se distrae mirando alrededor de la habitación cuando algunos de sus asesores hablan, "siempre escucha con atención las intervenciones de Gore".

La prensa norteamericana ha especulado en numerosas ocasiones sobre los celos del secretario de Estado, Warren Christopher, hacia Gore por el protagonismo que el vicepresidente ha tenido en la esfera internacional. Ambos lo han desmentido siempre, pero esos celos habrían sido lógicos si se tienen en cuenta la veces en que Gore tuvo un papel crucial en problemas que corresponden al Departamento de Estado.

Gore fue determinante para convencer a Ucrania a que renunciara a las armas nucleares. Creó un canal de comunicación con el primer ministro ruso, Víctor Chernomirdin, a través del cual han sido resueltos muchos de los litigios entre las dos potencias.

Es responsable de la relación con Suráfrica por medio de una comisión conjunta con el vicepresidente de ese país, Thabo Mbeki. Impulso y organizó la Cumbre de las Américas de Miami, la única iniciativa significativa de esta Administración hacia América Latina.

Su opinión fue decisiva también en la política hacia Haití y en la promoción del uso de la fuerza contra los serbios en Bosnia. En política interna, Gore ha actuado como un primer ministro de hecho, al ocuparse de la reforma de la Administración, lo que le dio derecho a planificar recortes y reestructuraciones en todos los ministerios.

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Pero la mayor virtud que se le reconoce es haber compensado ampliamente todas las carencias de Clinton. A Gore le falta, sin embargo, aquello que a Clinton le sobra: carisma, capacidad de persuasión. El vicepresidente resulta excesivamente rígido, didáctico y aburrido cuando habla en público. Si Clinton gana las elecciones en noviembre, Gore tendrá cuatro años por delante para preparar su propia candidatura presidencial.

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