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Albania, una democracia vigilada

El país más pobre de Europa vota el domingo bajo el férreo control del Gobierno

ENVIADO ESPECIALEl Gobierno albanés no ahorra medios para frustrar cualquier posibilidad de que los antiguos comunistas vuelvan al poder en las elecciones parlamentarias del próximo domingo. Desde carreteras bloqueadas para impedir mítines opositores hasta muertos inscritos en el censo, pasando por un férreo control de televisión y radio, que ignora totalmente a la oposición socialista en los días previos a los comicios. Aunque casi todos los sondeos -que en Albania deben ser tomados probablemente con más cautela que en cualquier otro lugar del mundo- apuntan a una nueva victoria del conservador Partido Democrático; del presidente Sali Berisha, algunos de sus dirigentes se conforman en privado con conseguir suficientes votos como para gobernar en coalición. El jefe del Estado lleva personalmente las riendas de la campaña.

Albania, que sigue siendo la nación más pobre de Europa, ha conocido un despegue espectacular desde que, en 1992, el inexperto partido de Berisha -un cardiólogo que ha cambiado el estetoscopio por el poder- consiguiera el 62% de los votos contra un 26% de sus rivales, los antiguos comunistas convertidos al socialismo democrático. Partiendo de aquel caos social, sus tasas de crecimiento sostenido se mantienen en niveles desconocidos entre sus vecinos euro-orientales. Pero también, en opinión de la mayoría de sus ciudadanos se ha extendido una corrupción generalizada cuyos primeros beneficiarios son los administradores del poder.

¿Por qué habrían de pronunciarse los albaneses el domingo contra su carismático presidente si las calles de Tirana, donde se agolpan ya medio millón de personas, rebosan de coches, terrazas siempre llenas, se construye a destajo y el país en su conjunto ha abandonado la noche de casi medio siglo de pesadilla? "Porque nosotros", señala un atento seguidor de la situación, "tenemos un sentido bastante estricto de la justicia, y Berisha ha instalado en Albania un sistema corrompido y se ríe de la Constitución. Tirana es sólo un espejismo". Albania elige en último término entre su presidente y un ex comunista encarcelado, Fatos Nano, jefe de los socialistas y ex primer ministro con fama de competente.

Albania sobrevive todavía gracias a una masiva ayuda de las instituciones financieras internacionales y de donantes bilaterales, más de 2.000 millones de dólares (unos 2.000 millones de pesetas) desde 1991, a la que no es ajena España, que el año pasado ocupó el primer puesto con sus aportaciones de alimentos, maquinaria y asistencia técnica. Las infraestructuras virtualmente no existen en ese país balcánico. El agua es un lujo en la mayoría de sus ciudades, los cortes de electricidad están a la orden del día y sólo tiene teléfono uno de cada diez ciudadanos. Oficialmente, hay 3.000 kilómetros de carreteras pavimentadas, pero salir de Tirana es una odisea automovilística. El otro salvavidas nacional son los casi 500 millones de dólares que envían cada año a sus familias los 400.000 albaneses que trabajan, la mayoría ilegalmente, en el extranjero.

La causa fundamental de que Albania haya recibido en 1995 más de 350 millones de dólares de Europa es el interés de sus vecinos occidentales por mantenter a los jóvenes albaneses trabajando en su país, vale decir el temor a emigraciones masivas corno las desatadas en años pasados hacia Italia. Todavía ante la Embajada italiana en Tirana se forman a diario colas nutridas, cuyo turno se guarda incluso de noche, para intentar conseguir un ilusorio visado. El salario medio ronda las 10.000 pesetas y el desempleo, de creer las estadísticas oficiales, está en el 15%.

El paranoico estalinismo de Enver Hoxa (pronunciése Hoya), envió a Albania a las cavernas, o al búnker, durante casi medio siglo y purificó políticamente por el terror a sus más de tres millones de habitantes. A diferencia de otros países de la región, éste ha partido de cero, y más tarde, en la carrera iniciada tras la caída del comunismo. Cualquier albanés admite que la situación actual, con sus escandalosas carencias, tiene poco que ver con la de cinco años atrás, cuando los 27.000 kilómetros cuadrados del país eran un devastado baldío en el que la gente vestía casi de uniforme y los hábitos generales retrotraían a las etapas más oscuras de la humanidad.

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Todavía hoy se reparten por el suelo de Albania, como iglús de hormigón, centenares de miles de búnkers construidos para defenderse de un enemigo imaginado por Hoxa en su particular "desierto de los tártaros". No por casualidad, la más reciente invasión albanesa, también masiva, es la de las antenas parabólicas.

Además de dinero exterior, el presidente Berisha esgrime ante los votantes que ha conseguido mantener al país fuera del polvorín de la antigua Yugoslavia. Clinton ha destinado 100 millones de dólares para reequipar al Ejército albanés y usado su territorio como base para sus aviones-espía en la guerra de Bosnia. En el horno está una cooperación estratégica más estrecha entre Washington y Tirana, como parte de la política surbalcánica de Estados Unidos. A cambio, Berisha ha obedecido sin rechistar la advertencia estadounidense de que mantenga sus manos fuera de la vecina región serbia de Kosovo, de mayoría albanesa. Las arengas de Berisha en apoyo de la unidad con sus hermanos de Kosovo hace mucho que cesaron. "Esta es una elección decisiva", asegura un diplomático europeo que conoce bien Albania. "Berisha todavía no se ha sacado de la espina del referéndum que perdió hace dos años, hay una lucha entre el presidente y su propio partido, el Democrático, y otra que le opone a los jueces. Las reglas del juego democrático están todavía por definirse aquí". La segunda vuelta de las elecciones, de la que se espera básicamente un ajuste de los resultados del día 26, se celebrara el primer domingo de junio. Sólo los partidos que superen el 4% de los votos pueden aspirar a repartirse escaños en el Parlamento.

La oposición y muchos ciudadanos vienen denunciando el creciente autoritarismo del jefe del Estado, que se manifiesta no sólo en el encarcelamiento de su más directo rival político -Fatos Nano, acusado de corrupción hasta ahora no probada-, sino en la progresiva intimidación a los medios informativos y en la aprobación de leyes destinadas a eliminar a sus competidores. Hasta el escritor Ismail Kadare, el indiscutido referente moral albanés, ha pedido públicamente la liberación de Nano, un economista que estuvo al frente del Gobierno en 1991 y fue derribado por una huelga general. Desde su prisión en Tepelene, el líder comunista converso ha pedido a sus conciudadanos que voten contra "el régimen bananero" del presidente Berisha. Además de "dignidad nacional", Nano promete, si vence el Partido Socialista, la pertenencia entusiasta a una Europa unida y a la Alianza Atlántica.

El talante de Berisha y su partido gobernante inquietan también al Consejo de Europa, del que Albania forma parte, y a Estados Unidos, su privilegiado aliado, que mantienen una estrecha vigilancia sobre el incipiente proceso democrático albanés. Sobre todo, después de la aprobación parlamentaria de un conjunto de leyes que parecen destinadas a amordazar a los jueces y consolidar un Gobierno de partido único. Una de ellas, la Ley del Genocidio, impide a los antiguos altos cargos comunistas acceder a un escaño parlamentario o desempeñar un puesto oficial hasta el año 2002. Es el propio Tribunal Constitucional, a cuyos miembros designa el presidente Berisha, el que decidirá sobre la elegibilidad de cada uno en particular. Al menos, 70 miembros del Partido Socialista no podrán acudir a los comicios.

El presidente del Tribunal Supremo, Zef Brozi, fue expulsado por Berisha a finales del año pasado y abandonó el país bajo protección de la Embajada estadounidense después de que se manifestara a favor de la excarcelación de Fatos Nano, condenado a 12 años.

Resume un periodista de Tirana: "Mi fax, como el de otros muchos, está intervenido. La gente corriente vive ahora más o menos libremente; hemos tenido la suerte de pasar directamente de Stalin a una cierta democracia. Pero quienes dé alguna forma estamos en el ojo del huracán tenemos al Shiku [los nuevos servicios secretos] husmeando en nuestras vidas".

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