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Cómo situar el IPC Por debajo del 3%

ANTONI ESPASAEl autor analiza los efectos que una u otra política económica puede tener sobre los precios y la reducción del déficit público

La situación inflacionista, el nivel de crecimiento económico y la tasa de paro van a determinar en gran parte la política económica del nuevo Gobierno. A su vez, dicha política dejará claro la acción necesaria por parte del Banco de España en su compromiso de alcanzar una tasa de inflación inferior al 3% en 1997. Para llegar a un diagnóstico sobre esto último es necesario empezar precisando las características actuales y perspectivas futuras que presenta la inflación española. Entre las características actuales destaca que las expectativas de inflación en los últimos 10 meses se han reducido al menos dos puntos porcentuales, de modo que actualmente las predicciones de inflación a medio plazo sitúan a aquélla por debajo del 3,5%. Al mismo tiempo, destaca el, diferente comportamiento sectorial de la inflación.Para la medida de inflación tendencial se obtiene que su crecimiento anual en marzo de 1996 fue del 3,76% y para el segundo semestre de dicho año y para 1997 se predice una tasa de crecimiento relativamente estable sobre el 3,5% (véase gráfico adjunto). En contraste con ello, el crecimiento anual del IPC vendrá afectado por la evolución dispar de los precios de los aceites y de las grasas y por la evolución cíclica de los precios de los alimentos frescos Con ello, para el crecimiento anual del IPC se prevé una evolución oscilante que podría alcanzar la tasa del 3,33% en junio de 1996, del 3,67% en diciembre de ese año y del 3,30% en diciembre de 1997.

Si se tiene en cuenta que el objetivo de inflación del Tratado de Maastricht acabará estableciéndose sobre el 3,5% se concluye que es muy probable que España lo cumpla en el margen. De hecho, utilizando las predicciones del número de abril de la publicación Consensus Forecasts se tiene que en 1997 solamente Grecia tendrá una situación inflacionista claramente superior a la española, mientras que la mayor parte de los países de la Unión Europea tendrán una inflación pegada al 2%. La posible entrada de España en la UEM debería hacerse con una tasa de inflación muy próxima a la de la mayoría de los países europeos y eso implica alcanzar un nivel de inflación en 1997 que no supere el 3%, que es el objetivo fijado por el Banco de España.

Las predicciones anteriores indican que la inflación española en 1997 estará por debajo del 3,5% pero por encima del 3%. Respecto a estas predicciones hay que señalar que son condicionales a que no se produzcan cambios importantes en las condiciones macroeconómicas como, por ejemplo: a) una política fiscal muy restrictiva y de reformas, estructurales, o b) una política monetaria que mantenga diferenciales muy altos en los tipos de interés nominales con el extranjero y favorezca la generación de tipos de interés reales elevados que retraigan el consumo y la inversión y propicien una mayor apreciación de la peseta.

Existiendo el objetivo de inflación mencionado arriba y el compromiso de una entidad como el Banco de España en lograrlo es razonable pensar que tal objetivo se acabará alcanzando, aunque las predicciones expuestas señalen actualmente que tal logro es poco probable si no se producen algunos de los cambios señalados. La confrontación de estas predicciones con el objetivo de inflación plantea, por tanto, la cuestión de ¿con qué tipo de condiciones macroeconómicas novedosas se va a lograr el objetivo de inflación?Analizando la inflación tendencial se concluye que es en. los precios de los bienes manufacturados y de los servicios en donde se aprecian dificultades para lograr el mencionado objetivo (véase gráfico adjunto). Tales dificultades están relacionadas en parte con la falta de competencia existente en el sector de servicios y con la reglamentación y estructura de la comercialización interna de las manufacturas. Ambas cuestiones requieren que a partir de una iniciativa legislativa se promueva una serie de reformas estructurales que acabe eliminando los frenos específicos en estos sectores a reducir la inflación.

Al mismo tiempo, el nivel actual de crecimiento económico y la tasa de paro que registra la economía española condicionan el programa de política económica a seguir, de modo que en sus objetivos se tendrá que contemplar reducir la inflación al nivel de los principales países competidores y propiciar, al mismo tiempo, una situación de tipos de interés bajos que favorezcan la inversión. Ahora bien, si los sectores más inflacionistas de la economía española requieren reformas estructurales específicas para moderar el crecimiento de sus precios, resulta que una política económica que no contemple de forma decidida dichas reformas tendrá que recurrir de un modo excesivamente drástico a medidas de corte general como las monetarias.

Junto a lo anterior, la política fiscal española continúa año tras año con un desfase entre los ingresó y los gastos públicos. Esta orientación de la política fiscal se contrapone a la política monetaria restrictiva seguida, y frena la lucha antiinflacionista al tiempo que aumenta los costes en la aplicación de las medidas monetarias.

La descripción que se acaba de hacer resulta orientativa para responder a la. pregunta planteada. Así, existe fundamento para firmar que una política económica con posibilidades de reducir la inflación por debajo del 3% en 1997 debe ser una política global, que incorpore las reformas estructurales mencionadas y medidas de reducción inmediata y apreciable del déficit público junto con un aumento de la eficiencia del gasto público como forma de reducir los costes generales del sistema económico español. En este contexto, la política monetaria perderá la responsabilidad casi exclusiva sobre inflación que en este momento recae sobre ella y tendrá una misión más propia de vigilancia.

Claramente la reducción del déficit público es una tarea ardua. Sin embargo, analizados los problemas con detención resulta que no existen alternativas claras a esa política económica global descrita, por lo que es probable que se acabe aplicando. Con una política de este tipo por parte del nuevo Gobierno, el Banco de España tendría margen para reducir de 100 a 150 puntos básicos adicionales su tipo de interés de referencia en lo que resta de 1996. Sin embargo, una política que no sea clara y tajante en relación con la reducción del déficit público y la implantación de reformas estructurales inducirá al Banco de España a mantener unos diferenciales de tipos de interés altos probablemente no muy inferiores a 400 puntos básicos- en relación al Bundesbank. En conclusión, el objetivo de una inflación inferior al 3% se puede y debe lograr, pero no es indiferente el tipo de política económica que se emplee para ello. Una política que propicie unos tipos de interés reales altos tendrá en el corto plazo mayores costes en términos de crecimiento y paro.

Antoni Espasa es director del Boletín IPC. Universidad Carlos III de Madrid.

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