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Entrevista:Steven SpielbergDirector de cine

"Recogeremos todas las cenizas del holocausto"

Pregunta. No esperábamos escontrarnos con una iniciativa tan grande e impresionante como su Fundación Shoah en el marco de los Estudios Universal.Respuesta. Estoy más orgulloso de ella que de ninguna otra cosa que haya hecho en mi vida.

P. El proyecto también nos parece un poco alarmante por sus dimensiones. ¿Todo lo que toca adquiere un formato récord?

R. En vista de la inmensidad de la incomprensibilidad del Holocausto, cada vez que, lo pienso, me siento insignificante, desamparado y como destrozado. Un proyecto como el nuestro no tiene nada de jactancioso. Lo que podemos hacer más de 50 años después de la guerra es recoger las cenizas del Holocausto y no se puede perder ni un solo átomo.

P. Por la velocidad con la que ha puesto en marcha esta iniciativa, a través de un plan de tres años, podría dar la impresión de que pretendía encontrar hasta al último testigo ocular del mundo antes de que se muriese.

R. No importunamos a nadie, pero queremos estar preparados para todas las personas que se dirijan a nosotros. No tenemos tiempo que perder. Muchos de los supervivientes tienen 70 u 80 años. También contamos ya con cinco entrevistas a gente de 100 años.

P. Entonces, en el fondo, ¿lo que quiere es que participen todos, absolutamente todos los supervivientes?

R. Sí, ésa es la idea. Para ser realistas, creemos que, como mucho, podemos conseguir que participe una tercera parte. Por eso, nos hemos planteado como objetivo hacer 50.000 entrevistas de aquí a finales de 1997.

P. Eso significa más de 100.000 horas de material de vídeo. Sí alguien quiere ver todo eso, en jornadas laborales de ocho horas, necesitaría más de 40 años.

R. Hay que pensarlo de otra manera; la humanidad no debe olvidar el Holocausto no sólo después de 40 años, sino tampoco después de 400, ni de 4.000 y a eso es a lo que contribuimos. Todas las entrevistas son un pedazo de verdad.

P. ¿Es la verdad una cuestión de cantidad?

R. Hace dos años, cuando concebí este proyecto, por supuesto hubo gente muy inteligente que me dijo: "¡Eso es inviable! Habla con 5.000 supervivientes, con eso ya tienes una proporción muy representativa de todo el Holocausto". Pero yo dije: "No, esta historia es universal, no se le puede cortar ningún pedazo. Este crimen se cometió contra millones de individuos y, como en la película Rashomon, todos los individuos tienen una visión subjetiva. No se puede escoger a 5.000 y privar a todos los demás de la oportunidad de declarar.

P. ¿Quiere decir que no se debe hacer ninguna selección?

R. Así es. Ésa es una decisión tomada por principios morales.

P. ¿No eclipsa su iniciativa, debido a sus dimensiones y modernidad, tecnológica, todo lo que se ha hecho hasta ahora en el campo de la investigación del Holocausto y de la recopilación de testimonios de supervivientes?

R. Eso no debe ocurrir. Para eso, los cuatro centros de investigación y museos más importantes de EE UU, además del monumento conmemorativo Jad Waschem de Jerusalén, deben acoger hasta finales de 1997 las instalaciones de nuestras terminales, que permiten a todos los usuarios el acceso conjunto de nuestro material de entrevistas. Respecto al método, el más importante para nuestro trabajo fue el archivo Fortunoff de la Universidad de Yale donde, a finales de los años 70, ya se empezaron a hacer y a archivar entrevistas de vídeo de supervivientes del Holocausto.

P. Sin embargo, entre los historiadores profesionales surgieron algunos resquemores. Aparentemente surgió la impresión de que su fundación atraía como un imán todas las donaciones o fondos de investigación disponibles para el tema del Holocausto.R. Naturalmente, eso es absurdo, pero, por supuesto, surgió una cierta envidia comprensible porque logré obtener millones de patrocinadores en casos en los que nadie lo habría considerado posible. Reconozco que, cuando los primeros cálculos realistas demostraron que este proyecto, con una duración de tres años, costaría unos 60 millones de dólares, cualquier instituto universitario habría tenido que renunciar, mientras que yo pude decir: me lo debo a mí mismo, lo quiero conseguir.

P. Es decir, que para sacar adelante esto hay que ser tan famoso como Steven Spielberg.

R. Eso está muy bien, pero no basta. Recuerde que La lista de Schindler tampoco fue un proyecto, que todos recibieran aquí con entusiasmo. En los periódicos se puede leer continuamente lo poderoso e influyente que soy, pero eso tiene sus límites en el hecho de que en la Shoah Foundation nadie va a ganar un solo dólar. Naturalmente, pagamos a nuestros empleados igual que en otro empleo comparable, pero los cientos de entrevistadores y de cámaras son voluntarios que no podríamos pagar, y sin ellos no existiría lo que ya tenemos. Puede usted preguntarse qué es lo que me cualifica para esta empresa. No me cualifica nada salvo la vocación, la pasión que siento por ello. Me cualifica mi visión: la visión narrativa de imaginar que 50.000 personas me confían la historia de su vida, y la visión tecnológica de pensar que esas 50.000 narraciones se pueden realmente unir en una especie de memoria colectiva. Nunca se ha emprendido algo comparable, ni como tarea de documentación ni como tarea informática. Ése es el reto.

P. ¿Cuál de los dos aspectos del asunto le fascina más?

R. Me resulta imposible separarlos. Ninguno de los aspectos sería nada sin el otro. Los programadores informáticos son tan importantes como los historiadores. Sólo la tecnología hace que la memoria hable.

P. ¿Participa usted día a día en el trabajo de la fundación?

R. Quiero poder decir que siempre estoy disponible cuando se me necesita, y es lo que intento. Con ayuda de los estudios Universal he conseguido que la fundación pudiera construir su cuartel general justo al lado de mi productora, y en mi despacho tengo un monitor -igual que los directores de proyecto ahí enfrente- que muestra día a día en 16 ventanitas las entrevistas que acaban de llegar y que están pasando por la copiadora para ser reproducidas. Frecuentemente, aunque sólo sean cinco o diez minutos, cojo una de las entrevistas y la escucho. Resulta doloroso; puede que sea mi forma de mantener siempre la herida abierta.

P. ¿Qué hay de las víctimas que se, convirtieron en criminales y traidores, como por ejemplo las que actuaron como confidentes en el gueto o como kapos [internos que realizaban diversas tareas de colaboración con las autoridades de un campo de concentración]. ¿Habría un lugar en su archivo para sus testimonios?

R. Nuestra fundación lleva en su nombre el término hebreo para la aniquilación, pero nuestro proyecto no sólo es judío; naturalmente, también queremos documentar el destino que sufrieron los gitanos, los homosexuales y otros perseguidos. También queremos escuchar la historia de personas que arriesgaron su vida para salvar a los perseguidos. Pero, a diferencia de lo que hizo por ejemplo Claude Lanzmann en su película Shoah, no queremos emplear nuestros medios para documentar las explicaciones o justificaciones de vigilantes de campos de concentración. Pero un kapo sería un caso especial. Si viniera alguien que fue kapo y confesara abiertamente, me parecería extraordinario.

P. ¿Cree que el antisemitismo está aumentando actualmente en EE UU?

R. Sí, está saliendo a la luz. Durante mucho tiempo permaneció latente: en la vida diaria se expresaba en el habitual desprecio silencioso y en el hecho de que los judíos no lograban ingresar en los clubes de golf más prestigiosos. Con la curva ascendente de la violencia, el clima social se ha modificado. El antisemitismo ha pasado de la violencia retórica a la violencia real. Pero no quiero exagerar; naturalmente, no se avecina una noche de los cristales rotos.

P. ¿Se ve atizada la tensión por el nuevo antisemitismo negro, como el que practica Louis Farrakhan?

R. No sé. Supongo que no es más peligroso que una figura como Pat Buchanan, situada al otro lado del espectro. Naturalmente, también nos preocupa la aparición de los rapados neonazis en Alemania. Pero deberíamos saber que los neonazis estadounidenses son menos llamativos, pero están mejor organizados y financiados: ellos apoyan a grupos de ese tipo en toda Europa.

P. Si se consideran todas sus actividades, uno se pregunta cuándo volverá a rodar una película. Es usted uno de los tres fundadores de los nuevos estudios Dreamworks, que pretenden estar entre los principales de Hollywood de aquí al final del milenio.R. Nunca habría asumido el reto de Drearnworks si no hubiera sabido que mis socios Jeffrey Katzenberg y Da vid Geffen son imbatibles en lo que se refiere a los negocios, la gestión y la eficiencia. Me dejan libre para la parte creativa.

P. Pretende usted producir para Dreamworks 24 largometrajes de aquí al 2000. ¿Cómo va a lograrlo?

R. ¡No tengo que escribir el guión, ni rodarlos! Si tuviera que sacar todo eso de la nada, me volvería loco. Pero la gente de mi productora Amblin, que ahora pasa a formar parte de Dreamworks, rebosa energía productiva.

P. Esto está muy bien. Pero ¿no cree que el mundo esperará de usted algo que no sea una nueva versión de Parque Jurásico?.

R. Tenga paciencia hasta que termine las dos películas que iniciaré inmediatamente después.

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