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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Idilio continuado

"Cuándo llevo una canción de gira, y la hago una y otra vez, al final acabo sintiéndome cómodo con ella. Es entonces cuando empieza a ser buena de verdad. Estoy tan concentrado que ni siquiera pienso, simplemente la hago. Es como el zen". Así explica Tony Bennett su idilio con algunos clásicos del cancionero norteamericano, riurosamente seleccionados de entre centenares de candidatos. Lástima que sólo se hubiera cumplido un año y un día desde su estreno con el público madrileño y las coincidencias de repertorio menudearan más de lo deseable.Bennett debe ir pensando en añadir otras ciudades a San Francisco para dejar su corazón en prenda. El público del Monumental aplaudió el principio y el final de las canciones, sonrió ante los pasitos de baile de su ídolo, rió abiertamente sus chistes y vitoreó sus cautelosos alardes de voz. Sabía que premiaba a uno de los últimos representantes de la hidalguía vocal, capaz de prescindir del micrófono y vaciarse en una orgullosa nota de pecho cuando está a punto de cumplir los 70 años. El neoyorkino se esforzó en demostrar que todavía conserva una voz profunda y seductora, con un punto de terrosidad eficacísimo y un sentido del drama moderado que, como el de su maestra Ella Fitzgerald, nunca pierde la esperanza. Así lo proclamó de entrada con un delicado The best is yet to come.

Tony Bennett

Tony Bennett (voz), Ralph Sharon (piano), Douglas Richeson (contrabajo) y Clayton Cameron (batería). Teatro Monumental. Madrid, 11 de mayo.

Su último disco

Los mullidos arreglos del pianita Ralph Sharon, un dechado de elegancia, mantuvieron a media luz el escenario hasta la melodía épica de Stranger in paradise. Bennett sólo lanzó una breve mirada a su último disco, Here's to the ladies, dedicado a 18 grandes cantantes femeninas. El resto del concierto lo dedicó a pro poner su aquilatada versión de piezas familiares. No hubo sorpresas; tampoco nadie las pedía. El público disfrutó con el reconocimiento de cada estribillo, y se rindió ante el gusto de Bennett para elegir materiales de calidad explícita, pero con, secretos suficientes com*o para plantear dificultades al más experimentado.Después de superarlas sin pestañear, Bennett cedió protagonismo a sus brillantes compañeros con la música de Duke Ellington como guión. Las propinas finales revalidaron la idea de que ahora más que nunca es un cantante que prefiere pasear por el lado soleado de la calle.

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