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Tribuna
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Revista de prensa

Compro un popular periódico de Madrid y leo que "la fe ciega en la economía libre de mercado nos ha llevado a ciudades ajenas a las necesidades de los hombres que las habitan, sumidas en abismos sociales irresolubles, en las que figuras como los nuevos pobres desgarran por su crudeza".En otro periódico de nuestra ciudad, un editorial incita a "luchar para romper las logias, los palacios de justicia y otros santuarios de estupidez, para obtener una separación del Estado político y el Estado social".

Una tercera publicación de la capital del reino denuncia "la explotación y la propiedad privada sobre los medios de producción", y afirma que "los explotadores, para defender sus intereses, recurren al uso de la fuerza de la opresión".

Los de abajo empiezan a defenderse a través de la prensa de la precariedad. Tras La Farola y La Calle, publicaciones quincenales voceadas en las esquinas por marginados como alternativa a la mendicidad, sale El Asfalto. Su segundo número pretende ofrecer "unos contenidos y diseño más profesionales, y el desarrollo de un proyecto de reinserción integral" para "los sin hogar, colectivo formado en Europa por tres millones de personas, de las cuales 60.000 son españoles". ¿Cuántas personas más tendrán que dormir en la calle hasta que la sociedad reaccione y se tomen medidas? Lo ignoramos.

El Asfalto dedica especial atención al desempleo, otra terrible enfermedad de nuestro tiempo. El trabajo estable parece cada vez más precario. Se recurre primero a los contratos basura, denunciados el día 1 de mayo con gracia brutal por Forges y El Roto en estas mismas. páginas. Después vienen los despidos, a veces disfrazados de reestructuración laboral. En Estados Unidos, tierra prometida del capitalismo, el elegante eufemismo de moda es downsizing, algo así como reducción del tamaño de la empresa. El resultado es el mismo: trabajadores sin trabajo.

¿Es posible que, pronto el trabajo no sirva para nada, que todo esté en manos de los accionistas? Fue muy comentada la noticia reciente de que un aumento de empleo en aquella república -en teoría, una buena noticia- provocó un alarmante bajón de los mercados bursátiles. Curioso sistema económico.

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¿Qué protección tiene el trabajador? El día 1 de mayo los dirigentes sindicales advirtieron al PP que si intenta hacer recaer el ajuste en los gastos sociales o un recorte del Estado de bienestar habrá conflictos similares a los que vive Alemania.

Mi cuñado Víctor, que está en paro, no tiene pelos en la lengua: "Con el derribo del enemigo comunista, los empresarios se han envalentonado: el obrero al diablo, a pesar de que el derecho a trabajar esté consagrado en la Constitución. A través de sus lacayos quieren convencernos de que los culpables somos los obreros, de que todo esto es normal. Pero por mucho predicar su sagrada ley de oferta y demanda, olvidan una cosa importante: yo no soy un coche ni una lata de cerveza. Soy un ser humano".

Tal vez la respuesta sea la revolución. Para investigar esta posibilidad, compro el último número de De Verdad, periódico quincenal de Unificación Comunista de España. Aquí la lucha continúa: se recuerda "la venta de España a las multinacionales", se ahoga por "la creación de riqueza y empleo, gestionada por los trabajadores".

Pero hay síntomas inquietantes. Un artículo titulado El Estado: ¿artífice del bienestar o instrumento de dominación? -cuarta entrega de la serie Escuela de marxismo- parecía caer en los mismos tópicos del pasado. El día 1 de mayo, en una burla cruel de cualquier supuesta unidad obrera actual, trabajadores madrileños desfilaron en cuatro manifestaciones diferentes, cuatro. ¿Y el futuro? Tal vez la chica que vendía La Verdad representara a venideros revolucionarios, aunque sin saberlo. Al ser preguntada por el precio contestó: "125 pesetas... y la voluntad".

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