_
_
_
_
PRESION MUNDIAL CONTRA UN RITO CRUEL

Europa, del miedo al racismo a la prohibición

Los inmigrantes africanos deciden operar a sus hijas durante los viajes a su tierra para evitarse problemas

Reino Unido. La mutilación genital femenina constituye un acto ilegal en el Reino Unido desde 1985, pero sigue ejerciéndose en secreto. Las familias favorables a dicha operación, llegadas en su mayoría de Eritrea, Etiopía, Somalia y Yemen en calidad de refugiadas, envían también a sus hijas "de vacaciones", para que les sea ejecutada en su tierra. En suelo británico, practicantes con más o menos conocimientos de cirugía menor, suelen realizarla entre los siete y nueve años. De ser descubiertos y condenados, pueden pasar hasta cinco anos en la cárcel. A los servicios de asistencia social les reserva el Reino Unido la delicada tarear de educar, "sin ofender", a los grupos implicados. "Entrometerse en las costumbres de una comunidad étnica puede tacharse de racista. Paralizar un expediente o negar la protección del menor por miedo al rechazo de los afectados, es también una forma perversa de racismo que acaba perjudicando al más débil", señala un trabajo publicado en 1995 en el British Medical Journal. Francia. Hasta esta década las diferencias culturales, alegadas por los abogados defensores de los padres que imponían la ablación, sirvieron para prolongar los procesos, justificar recursos y reducir condenas. Los escisores mezclaban hábilmente criterios religiosos y necesidades sanitarias, el islam o la equiparación con la circuncisión. En 1992, los jueces decidieron que la ablación del clítoris tenía que asimilarse a una m utilación y merecer condenas de 10 años. París y Alsacia han vivido traumáticos procesos sobre el caso. Los condenados, que a menudo se expresan con dificultad en francés, no- han comprendido que sus prácticas sagradas en Malí o Senegal pudiesen ser delictivas en Francia, que su autoridad familiar no les permitiese poner orden en lo que ellos consideran peligrosa sexualidad de sus hijas. Pero esos padres han comprendido que, si la ley francesa no lo permite, sí pueden mutilar a sus hijas durante el viaje veraniego a su propio país. Holanda. En 1992, la gran afluencia de refugiados somalíes a Holanda, por el recrudecimiento de la guerra civil, abrió la polémica sobre la mutilación genital femenina. El Gobierno encargó entonces a una comisión el estudio sobre la, conveniencia de permitir por razones de respeto a la cultura y religión de los refugiados, la forma más leve de ablación consistente en una pequeña incisión en el clítoris. A pesar de que la comisión, que realizó consultas entre la comunidad africana, recomendó su permisividad, las protestas levantadas lograron que el Gobierno no lo legalizara. Aunque considerada como delito al igual que cualquier otro tipo de mutilación, no existe una ley que prohíba la ablación expresamente. El Gobierno considera suficiente la legislación que protege a todos los ciudadanos frente a cualquier tipo de agresión física. Se sabe que muchas familias envían a sus hijas a sus propios países de origen para que se lo practiquen. Alemania. La ablación del clítoris no ha provocado grandes escándalos ni titulares de prensa. En la revista más destacada del feminismo alemán, Emmal ni siquiera disponen de informaciones sobre el tema.No obstante existe preocupación por el problema, ya que la esposa de Oskar r Lafontaine, presidente de Gobierno del Sarre y del partido socialdemócrata, Christa Mueller, ha centrado su actividad social en crear una fundación contra esa práctica en los países donde se realiza. España. La truculencia de la ablación ha salido a la luz pública en Cataluña, entre la comunidad de inmigrantes de Gambia. En Gerona, una juez ordenó que se interviniera quirúrgicamente a una niña de tres años, que había sido sometida a una ablación completa, y a la que sólo le habían dejado un pequeño orificio para el paso de la orina. En 1993 otras dos niñas tuvieron que ser atendidas en Mataró y Gerona tras la mutilación. Ese año el Parlamento autónomo instó a la Generalitat a erradicar esta práctica. Otros casos han llegado a los tribunales, pero siempre surge el mismo problema: demostrar que la operación se ha realizado en territorio español.Información elaborada por Isabel Ferrer, Octavi Martí, Sonia Robla y José Comas.

Más información
6.000 mujeres mutiladas cada día
El debate de Egipto

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_