_
_
_
_
_
Reportaje:

Vigilia en busca del torturador

Una monja torturada en Guatemala, en huelga de hambre junto a la Casa Blanca en petición de información

Antonio Caño

El pequeño tenderete frente a la Casa Blanca en el que la monja norteamericana Dianna Ortiz vive su vigilia de protesta hace más de un mes es para ella su "prisión de silencio". "Los policías que patrullan el parque me recuerdan los uniformes de mis torturadores. El humo de los cigarrillos me recuerda las colillas que apagaron sobre mi cuerpo. La lluvia de preguntas de los periodistas y los turistas me recuerda mi interrogatorio". "Desde aquí puedo sentir la presencia de mis torturadores. Puedo olerlos. Puedo sentir sus manos monstruosas sobre mi cuerpo. Puedo escuchar sus voces gritando en mis oídos que yo maté a esa mujer. Puedo verlos restregando sobre mi cuerpo la sangre de esa mujer. ¿Acabará esto un día?".Entre las torturas a las que Dianna fue sometida en Guatemala hace seis años, la monja fue forzada a hundir un machete en el cuerpo de otra mujer, que murió sobre ella. Todo fue filmado por los torturadores, que después le gritaron: "Ahora eres una de nosotros".

La hermana Ortiz escucha todavía los lamentos de aquella mujer, confundidos con sus propios gritos y con los jadeos de los militares que sádicamente organizaron una de las escenas más horripilantes de las que un ser humano pueda haber sido testigo.

Dianna está desde el Domingo de Ramos frente a la Casa Blanca en busca de consuelo, que sólo le llegará cuando ella misma y el mundo sepan lo que le sucedió. "Lo que quiero es la verdad. Sé que nunca voy a olvidar lo que pasó. Pero para poder seguir adelante, para poder curar mis heridas, necesito la verdad".

Hillary Clinton. la ha recibido en su despacho para ofrecerle apoyo y ayuda. El senador Edward Kennedy se ha acercado hasta su rincón de protesta para darle ánimos. Pero ni ellos ni ninguna autoridad norteamericana le ha contado todavía la verdad.La verdad, para Dianna, de 37 años, consiste en la respuesta a una pregunta: ¿quién es Alejandro?

Alejandro era el jefe de sus torturadores. Era un hombre que hablaba con sus soldados un español con fuerte acento, y con Dianna, en perfecto inglés. Ella está segura de que es un norteamericano. La propia Hillary le dijo que, probablemente, pertenecía a alguna agencia del servicio secreto de EE UU. La primera dama se comprometió a investigar lo que pudiera y pasarle la información. Dianna no ha sabido nada más desde que se entrevistó con ella, el 4 de abril.

"Yo sé que los documentos que pido no los tiene ella, sino la CIA, el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa o alguna otra agencia. Yo pido que el Gobierno haga pública esa información. Quiero saber por qué Alejandro tenía la autoridad para dar órdenes a militares de Guatemala".

Durante su cautiverio, en noviembre de 1989, Dianna fue violada repetidamente por militares. Se la obligó a dormir en un cuarto lleno de ratas y en una fosa con cadáveres. "Pero lo más difícil de olvidar son los gritos de la gente que fue torturada a mi lado".

Después de incontables padecimientos, Alejandro le dijo que todo había sido un error. Que no era a ella a la que estaban buscando, sino a una guerrillera llamada Verónica Ortiz. Alejandro le contó que hacía ese trabajo para librar a Guatemala del comunismo. Le confesó que él tenía amigos en la Embajada de EE UU y que la ayudaría a salir del país. Mientras él la conducía en un coche a su supuesta liberación, Dianna logró escapar.

La monja nunca ha creído la versión de Alejandro. Recuerda que, mientras trabajaba como maestra en una escuela de Guatemala, ya recibió amenazas de muerte dirigidas a ella.

Dianna ha perdido diez kilos desde que comenzó esta vigilia. Sólo come y bebe lo esencial para sobrevivir, y sólo descansa en una cama durante una hora al día. La protesta incluye un silencio que sólo interrumpe dos horas para hablar con los periodistas y con quienes quieran darle datos sobre su caso. "¿Hasta cuándo voy a estar aquí? Siempre contesto con otra pregunta: ¿hasta cuándo va el Gobierno de EE UU a ocultar la verdad?.

Organizaciones humanitarias estiman que 100.000 personas han muerto en 34 años de represión militar contra guerrilleros indígenas. Buena parte de ese tiempo, EE UU apoyó con técnicos y armas al Ejército de Guatemala.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_