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Dunblane, la penúltima

Dunblane fue la penúltima, la más cercana y la que tuvo víctimas más jóvenes. En esa pequeña localidad escocesa perecieron el pasado 13 de marzo 16 niños de entre cuatro y seis años y su maestra a manos de un hombre armado, Thomas Hamilton, de 43 años, que concluyó la atrocidad pegándose un tiro. Pero matanzas como la de Dunblane -con 17 muertos y 13 heridos- o la de Port Arthur, ayer, no son excepcionales y repiten un patrón sistemático: un hombre solo, armado, que empieza a disparar a todo el que se le pone por delante sin motivo aparente. Sin siquiera la excusa del terrorismo.No obstante, la matanza de Port Arthur, en la turística isla de Tasmania, está lejos del récord establecido en 1982 por un policía surcoreano, que, borracho, mató a tiros y con granadas a 57 personas antes de saltar él mismo por los aires. Al coreano le seguía hasta ayer, con 30 víctimas, el colombiano Campo Elías Delgado, quien en diciembre de 1985 acabó con 29 personas. Primero mató a su madre y prendió fuego a la casa; después se fue a casa de una amiga de su progenitora, a quien también asesinó; le entró hambre, se dirigió a un restaurante italiano y, tras degustar un plato de pasta, se lió a tiros con los comensales. La policía elevó el número de muertos de aquel drama a 30 al abatir de un tiro a Delgado.

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La siguiente cifra de víctimas a manos de un pistolero va asociada al número 22. Dos norteamericanos comparten el récord. George Hennard, 35 años, camionero, mató a sus 22 en octubre de 1991 en una cafetería de Luby, en la ciudad tejana de Killen. Oliver Humberty, 41 anos, veterano del Vietnam, hizo lo propio con los suyos en un McDonald de San Isidro, en las afueras de San Diego (California).

Un adolescente francés de 16 años ocupa el siguiente puesto en el ranking del horror. En septiembre de 1995 discutió con sus padres y los vecinos de la sureña localidad de Cuers lo lamentaron. Acabó a tiros con 16 de ellos y después se suicidó.

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