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La policía australiana detiene al joven que mató con un rifle a 32 turistas en la isla de Tasmania

La pesadilla terminó esta madrugada con la detención de un hombre de 29 años, con antecedentes psiquiátricos (esquizofrenia), que a mediodía del domingo (hora local) irrumpió con un potente rifle automático en un lugar turístico de la isla de Tasmania, en Australia, y mató al menos a 32 personas, incluidos algunos niños, y dejó heridas a otras 18. Se trata de la segunda mayor matanza de este tipo cometida en el mundo. La generalmente tranquila localidad de Port Arthur, antigua colonia penitenciaria británica y hoy uno de los principales centros turísticos, se convirtió en una trampa mortal.

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La tragedia comenzó cuando el asesino entró en el restaurante próximo a las ruinas de la prisión del siglo XIX y empezó a disparar de manera indiscriminada con su rifle. Luego salió y se dirigió al aparcamiento, donde disparó contra todos los que llegaban en los autobuses. Después tomó a varios rehenes y huyó con ellos a un alojamiento para turistas situado a cinco kilómetros del lugar. Unos 200 policías y soldados rodearon el recinto, intercambiaron primero disparos con el asesino y trataron más tarde negociar con él con ayuda de su propia familia, que lo conminó a entregarse.Sobre la una de la madrugada, hora peninsular española, la casa en la que se había refugiado el joven comenzó a arder por razones aún desconocidas. El asesino presentaba en el momento de su detención quemaduras en los brazos. Se desconocía anoche la suerte de los dos o tres rehenes. "La policía está registrando la casa", dijo un portavoz.

La jornada más violenta en la historia de Tasmania desde los tiempos coloniales empezó poco después del mediodía, cuando el pistolero llegó a Port Arthur en un Volkswagen con una tabla de surf en la baca. Testigos presenciales le describieron como un joven rubio que llevaba una bolsa de tenis, donde se supone que escondía el rifle. Un hombre dijo: "Al llegar comentó: 'Hay muchos wasp [siglas que significan blanco anglosajón de religión protestante] por aquí'. Luego se puso a hablar solo y empezó a disparar".

El primer objetivo del asesino fueron las personas que trabajaban en el restaurante, y luego los turistas: australianos y extranjeros. Se sabe que entre los heridos hay algún canadiense, norteamericanos y japoneses, aunque anoche aún no había confirmación oficial de las identidades de las víctimas o del asesino.

Karen Jones, visitante de Hobart, la capital de Tasmania, situada a 50 kilómetros al norte de Port Arthur, declaró: "Se colocó en la puerta giratoria [del hotel] y disparó contra todo el que entraba". Phillip Millburn, también de Hobart, señaló que el arma del asesino era un poco más pequeña que un rifle 303.

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"Creían que era una broma"

Muchos turistas que observaron la matanza creyeron que se trataba de una atracción del lugar. Rob Atkins, que grabó algunas escena con su cámara de vídeo, explicó que mientras unos huían despavoridos, otros se reían como si se tratase de una broma. "Es un lugar histórico y era bastante factible! que eso formase parte del espectáculo". Atkins añadió que los; empleados enseguida se dieron, cuenta y agruparon a los turistas; que pudieron en una casa.Tasmania es uno de los lugares más tranquilos de Australia, pero su historia colonial fue todo menos pacífica. Port Arthur, al sur de la isla, es donde estuvo situada la más infame de las instituciones penales británicas durante la colonización del continente. El penal funcionó de 1830 a 1877 y más de 12.000 condenados pasaron por sus puertas. Justo enfrente está. la isla de la Muerte, así bautizada por muchos de los presos.

Los turistas que cayeron en. la matanza de ayer son parte de los miles que cada año visitan las ruinas de Port Arthur, consideradas un monumento gráfico de la era penitenciaria australiana, de la que nació el país.

El primer ministro australiano, John Howard, se declaró "estupefacto" por lo sucedido y calificó los hechos "de absurda matanza de inocentes". Ayer se alzaron las primeras voces en Australia que piden una limitación legal a la venta de armas.

Copyright The Independent / EL PAÍS

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