Una ONG de Alcorcón ofrece pisos de acogida a presos de permiso
La organización no gubernamental Asociación Cristiana de Ayuda a los Presos (ACAP) desarrolla una labor desconocida para muchos de los vecinos de Alcorcón (144.850 habitantes). Su trabajo consiste en ayudar a los presos dentro y fuera de la cárcel. Uno de los programas que lleva a cabo es proporcionar manutención y alojamiento gratuitos a los internos durante los permisos carcelarios.
ACAP cuenta con tres pisos en el municipio . Dos son para mujeres y el otro para hombres. Tienen entre tres y cuatro habitaciones, con seis plazas como máximo. La dirección exacta de las viviendas sólo la cono cen sus moradores y los miembros de la ONG.Los requisitos que debe cumplir el interno para poder estar en uno de los pisos son muy claros. No podrán ser drogodependientes ni ser considerados socialmente peligrosos. Tampoco podrán estar acusados de delitos sexuales ni tener antecedentes penales anteriores a la sentencia que les ha llevado a prisión. "En todo el tiempo que llevamos funcionando no hemos tenido ningún incidente explica Sofía Beriso, miembro de ACAP.
La actividad que llevan a cabo dentro de las cárceles les permite conocer a los futuros moradores de los pisos. Dentro de las prisiones crean grupos de diálogo para aumentar la autoestima, el desarrollo personal y la dignidad de los reclusos.
También con este fin mantienen correspondencia con los presos. "Se les demuestra cariño, que sepan que para alguien son importantes y que se les quiere", explica Felipe García, socio de ACAP.
Una de las reclusas acogidas en un piso, que prefiere no dar su nombre, explica: "Gozamos de una libertad total, es como si estuviéramos en casa". Durante las Navidades ACAP reparte bolsas individuales de turrón y dulces. "Siempre tienen un detalle para todas las mujeres de la prisión. Eso nos hace sentir menos la distancia, esa nostalgia de estar tan lejos. También nos ayudan con la ropa o con cosas para los niños", comenta esta reclusa.
Uno de los miembros de esta asociación hace de avalista del preso durante su periodo de libertad. Entre las normas que deben cumplir los reclusos figura la prohibición de llevar al piso a personas que no vivan en él. Tampoco podrán consumir drogas o alcohol. La asociación les compra la comida y los propios inquilinos se la preparan. También tienen que limpiar y arreglar el piso.
Se les entrega una copia de las llaves de la vivienda y carecen de horarios. "Son completamente libres y, es más, tienen que hacerse a la libertad", explica Antonio del Coto, miembro de la organización. Coto recuerda cómo uno de los usuarios del piso perdió su primer metro tras estar en la cárcel: "No sabía que en los nuevos vagones tienes que subir una palanquita para que se abran las puertas y cuando se dio cuenta el metro se le había ido". Y es que, como dice Sofía Beriso, tienen que dejar el tacataca que tienen en la cárcel.
ACAP nació en 1982 cuando un grupo de vecinos de Alcorcón se enteró de que un extranjero no podía salir de la cárcel porque no tenía adónde ir. Al principio alquilaron un piso, pero una donación anónima permitió comprar un apartamento. Más tarde consiguieron adquirir otros dos pisos. Desde que se fundó y hasta el año pasado ha alojado a 603 hombres y a 237 mujeres. En la actualidad desarrollan su trabajo en 32 penales.
ACAP se financia con subvenciones del Ministerio de Asuntos Sociales y con donaciones de entidades, como Caritas o Cruz Roja.
Asociación Cristiana de Ayuda a los Presos. Alcorcón. Teléfono 612 57 03.
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