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Lo mismo

Rosa Montero

En Noruega las siguen matando. Me refiero a las focas. Canadá y Noruega han legalizado este año el exterminio de 300.000 ejemplares. La carnicería se hace justo en estas fechas porque es cuando las crías salen a la luz. Las matan a golpes de palo, un método tosco, cruel y lento; y muy a menudo son despellejadas todavía con vida. Como hace años que estas masacres estaban limitadas, se teme que la inexperiencia de los matarifes provoque una escabechina aún mucho más torpe y más atroz. Canadá y Noruega alegan que las focas destruyen sus bancos de pesca, pero multitud de científicos dicen que eso no es cierto. Canadá y Noruega eran dos de mis países preferidos. Ahora me voy a permitir la irracionalidad pueril de aborrecerlos.A muchos, esto de las focas les da risa. No acabo de entender por qué algunos individuos toman la de fensa de los animales como una es pecie de agravio personal. "Que se preocupen más de lo que sufren los humanos", repiten tontamente: aunque tengo observado que estos tipos tan supuestamente compasivos luego suelen ser los más egocentristas e insolidarios. Lo que sufren las personas, por supuesto: como ese diminuto niño negro al que dos hombretones estaban pateando bestialmente en una foto horrenda de EL PAÍS. Creo que era en Nairobi: el chavalín era un ratero; los verdugos, dos decentes ciudadanos con vencidos de que tenían derecho a linchar niños. O como esa otra foto espeluznante de El Mundo, una niña egipcia de unos siete años sostenida con las piernas abiertas por un viejo mientras otro tipo le rebanaba el clítoris. Todas esas criaturas inocentes e indefensas, víctimas de la brutalidad, del abuso de poder y de la codicia ante la pasividad de los demás. Salvando las distancias, como las focas. En el fondo me parece que es hablar de lo mismo.

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