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LA LIBERACIÓN DE ALDAYA

La policia investiga si la familia de Aldaya se ha compromietido con ETA a un nuevo pago

La policía investiga la posibilidad de que ETA haya impuesto a la familia de José María Aldaya el compromiso de entregarle una nueva partida de dinero tras la puesta en libertad del industrial donostiarra. Los investigadores policiales desconfían abiertamente de la versión que establece que el dinero pagado hasta ahora, estimado entre 100 y 125 millones, de pesetas, es el monto total del rescate acordado con la organización terrorista. tal efecto, recuerdan el precedente inmediato establecido en el caso del industrial Julio Iglesias Zamora y otros secuestrados con anterioridad.

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En contraste con lo que ocurría años atrás, cuando la cuestión del rescate era piadosamente ignorada en las reacciones de los partidos y organizaciones sociales, el asunto no ha sido obviado tras la puesta en libertad de José María Aldaya. A la alegría sincera por la vuelta a la vida de una persona cuya libertad ha movilizado como nunca en su historia a la sociedad vasca, se ha unido en esta ocasión, también por parte de las organizaciones empresariales, la preocupación expresa por el dinero entregado a ETA, así como la frustración por el hecho de que los secuestradores estén a salvo tras haberse salido con la suya.El lehendakari, José Antonio Ardanza manifestó ayer, sin embargo, que establecer la cuantía del dinero entregado a ETA por la familia de José María Aldaya no debe ser "prioritario" en estos momentos. "Más que tratar de saber cuánto se ha pagado, lo importante ahora", dijo el presidente del Gobierno vasco, "es ayudar a la empresa Alditrans a salir adelante".

La Ertzaintza (policía vasca) ha llegado a la conclusión de que el zulo en el que ha estado recluido durante 11 meses José María Aldaya no es el mismo en el que permaneció secuestrado el ingeniero donostiarra Julio Iglesias Zamora. Del testimonio de Aldaya se desprende que el agujero en el que estuvo secuestrado era un poco más largo y de características diferentes, según fuentes de la policía autonómica. Durante su secuestro, Aldaya no oyó ningún ruido, nunca fue sacado de su habitáculo, ni siquiera para hacer sus necesidades. El propietario de Alditrans ha declarado que su mayor problema era precisamente el silencio, "un silencio tan atroz", ha afirmado, "que oyes los ruidos de tu propia cabeza".

El pequeño empresario se trasladará hoy a Madrid para declarar ante el juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez de Liaño. El portavoz de la familia, el sacerdote Inaxio Altuna, comunicó anoche que la anunciada conferencia de prensa ha quedado pospuesta a mañana, y que en ella no comparecerá José María Aldaya.

Teléfono intervenido

De momento, ya ha trascendido que la intervención del teléfono de un sospechoso de pertenecer a ETA permitió durante estos meses disponer de informaciones fragmentadas pero ilustrativas del estado de salud de José María Aldaya que los responsables de Interior fueron transmitiendo a la familia del secuestrado. La frase "él está bien, hace footing todos los días y ha perdido 5 kilos", grabada en una conversación del sospechoso con su interlocutor, alivió en su momento los temores sobre la situación del rehén y, de paso, introdujo entre los investigadores policiales la duda de si el secuestrado dispondría para caminar de un espacio superior al de su diminuto habitáculo.Por la misma vía, la policía supo que José María Aldaya jugaba al mus con uno de sus secuestradores cuando captó el siguiente diálogo: "Qué tal está el gordo". "Bien, juega al mus y hasta se cabrea cuando pierde". Otro de los diálogos intervenidos meses antes de fin de año permitió a los investigadores descartar una pronta liberación. El interlocutor del sospechoso aludió a la posibilidad. de que José María Aldaya llegara a su casa con tiempo para "comer el turrón".

Las investigaciones están centradas en la búsqueda del agujero en el que ha estado recluido el propietario de Alditrans. La localización de este zulo, cuyas dimensiones, por lo que ha trascendido ahora, no concuerdan con las del "ataúd blanco" en el que permaneció Julio Iglesias Zamora, resulta crucial para prevenir un posible nuevo secuestro. Comprobado que la policía no ha podido encontrar una pista segura en 11 meses, la organización terrorista podría acometer, se teme, un nuevo secuestro en cuanto sus especialistas en la materia se repusiesen de la relativa reclusión a que obliga el mantener la vigilancia de un rehén.

En su segunda jornada de libertad, el industrial donostiarra se sometió ayer a observación médica para hacerse un chequeo completo de su estado de salud. Está muy avejentado, ha perdido vista y 22 kilos de peso y ha empezado a acusar las intensísimas emociones de estos días de regreso abrupto a la realidad. Los médicos le aconsejan que descanse y sus familiares le piden que dosifique las visitas. Ayer por la tarde se entrevistó con la secretaria de Estado de Interior, Margarita Robles, así : como con el gobernador civil de Guipúzcoa, Juan María Jáuregui. Una multitud de familiares, amigos y conocidos espera enocntrar la ocasión de abrazarle.

Muchas de las reacciones de estos días ponen el acento en señalar que el júbilo general por la vuelta a casa de un hombre cuya secuestro ha acongojado a las ciudadanía vasca no puede borrar el dolor y la crueldad infligida a él y su familia. El secuestro de Aldaya ha traspasado umbrales de sufrimiento que la sociedad no parece dispuesta a olvidar. Quizá por eso, el nombre de José Antonio Ortega Lara, el funcionario de Prisiones que sigue en poder de ETA desde hace 90 días, fue ayer invocado con énfasis en el País Vasco.

Por la tarde, en la habitual manifestación en la plaza del Buen Pastor, en San Sebastián, se concentraron más de 300 personas, que pidieron la libertad del funcionario en poder de ETA. Frente a ellos se contramanifestaron unas 50 personas congregadas por Gestoras pro Amnistía. Las asociaciones pacifistas han anunciado que seguirán movilizándose en apoyo de José Antonio Ortega.

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