Mendiluce: "Los que amamos somos siempre los más débiles"
El europarlamentario narra en 'El amor armado' sus experiencias de guerra
Cuando José María Mendiluce (Madrid, 195 ) tenía 29 años y disfrutaba de una vida tan segura como convencional, decidió romper con todo y aceptar un puesto del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Era su nuevo pasaporte para sumergirse en todas las zonas de máximo conflicto, y desde las que no ha parado de reclamar una respuesta activa, tanto a los políticos como a los ciudadanos. En El amor armado (Planeta), Mendiluce cuenta sus experiencias viajeras.
Angola, Centroamérica y la ex Yugoslavia son algunos de los escenarios mundiales más conflictivos de los últimos quince años. En todos ellos ha realizado Mendiluce sus misiones humanitarias de la mano de ACNUR, y son precisamente esas vivencias las que forman el entramado de la primera incursión literaria a la que se ha animado su autor y en la que ha consumido poco más de dos meses.Mendiluce lleva mucho tiempo manteniendo una cruzada casi personal contra el horror que se sufre en Europa y la falta de respuesta capaz de acabar con todo ello. ¿Por qué difundir ahora sus opiniones en forma de libro? "Lo que yo pienso lo he manifestado en artículos, en charlas, pero de repente me apeteció enfrentarme a doscientas páginas en blanco y contar, huyendo de todo tinte doctrinario, lo que he vivido o, mejor, cómo sobrevive la gente en esas zonas. Son pinceladas que están escritas para ser entendidas por la gente más joven, para despertar su interés y para intentar que reaccionen".
El libro está contado en primera persona, y el autor se dirige de tú a tú al lector. "Además de contar lo que he visto, aprovecho para introducir reflexiones sobre el amor, sobre la guerra, sobre cómo defendernos frente a las guerras, y cuento cosas que he comprobado en esas situaciones extremas: que los que amamos somos los más débiles y que es necesario que nos armemos para el debate, para no permanecer pasivos...".
¿Está también a favor de responder con las armas? "Por supuesto, siempre que haga falta. Desprecio profundamente el concepto de neutralidad porque tenemos la obligación de tomar partido. No se puede permanecer pasivo frente a un violador ni frente a quienes deciden machacar a una población civil indefensa. Las guerras o las violaciones no son cosas de dos. Hay un agresor y un agredido, y tenemos la obligación de responder al agresor. Me pongo enfermo cuando oigo hablar de neutralidad".
Mendiluce asegura que, por duras que sean las circunstancias por las que ha pasado -y en el libro narra un buen puñado de situaciones límite-, nunca se ha arrepentido de dejar la vida convencional que llevaba a los 29 años para dedicare a una intensa aventura solidaria. "No me he arrepentido porque, de entrada, soy de los que creen que siempre hay que aceptar las oportunidades que se te ofrecen. Cuando me fui sabía que siempre podría volver y que si no iba nunca sabría lo que me había perdido. Y nunca me he arrepentido de aquella decisión, por dura que haya sido la situación. No me creo Superman para nada, pero en ningún momento he preferido estar en otro sitio".
Muchas de las experiencias en zonas de guerra que relata Mendiluce están contadas de forma que no queda más remedio que sonreír. Y en medio de los mayores desastres, casi siempre hay una historia amorosa a mano y una botella de whisky. "Es que en los peores momentos", se justifica riendo Mendiluce, "te funciona el instinto de supervivencia y vives más intensamente".
Babelia
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