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La expansión pública de La Caixa

La caja de ahorros catalana, dispuesta a heredar las "joyas" empresariales estatales, aunque siempre que tengan futuro y rentabilidad

La Caixa, primera caja española, está dispuesta a herederar buenos pedazos de las joyas públicas. Eso sí, siempre y cuando tengan futuro y rentabilidad, "porque La Caixa no hace nunca inversiones políticas", repiten como una divisa sus directivos. Aunque se le ha pretendido un calado político que es negado, en un breve plazo de tiempo, La Caixa ha comprado un 3% de Repsol en los últimos dos meses y ha aumentado en un 1% su paquete histórico en Telefónica.Jordi Pujol, presidente de la Generalitat, recibió como una buena noticia la llamada de Josep Vilarasau, director general de la entidad en la que se le comunicó la operación. Pujol se alegró: aquello no podía irle mal a sus planes. Felicitó a La Caixa y, como el conseller de Economía, Maciá Alavedra, otro de los informados por La Caixa, dejó en Vilarasau la sensación de que se alegraban. "Aunque desde luego`, explica el director, "no se habían mantenido conversaciones previas". Por otra parte, VíctorPérez Pita, presidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), también se mostró "encantado" con el nuevo socio de Repsol.

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La decisión de avanzar en la toma de posiciones de las grandes compañías de utilities o servicios en su fase privatizadora se tomó en un comité de dirección de La Caixa hace aproximadamente un ano; es decir cuando José María Aznar y Jordi Pujol sólo se dirigían improperios. A mediados de marzo, antes de las elecciones, La Caixa amplió al 5,01% su paquete "de siempre" en Telefónica.

Con posiciones "cómodas" en el negocio del gas, un 5,01 % en Telefónica, el interés por Repsol estaba cantado, máxime cuando La Caixa comparte una experiencia común con el BBV muy dulce en Telefónica. El retraso en la Oferta Pública de Venta (OPV) de Repsol que reportó 125.000 millones de pesetas al Tesoro es lo que ha hecho coincidir la toma de participación significativa en Repsol con las negociaciones políticas CiU Partido Popular.

La compra de Repsol requería entre otras cosas de la discreción más severa para no autoperjudicarse en los precios del paquete: 40.800 millones de pesetas. De ahí que su anuncio sea, de hecho, la certificación del final de la operación en Bolsa. Las compras además cesaron drásticamente al saberse obtenido el 3% del capital de la petrolera. No se persigue el 5%, aumento que significaría la nada despreciable cifra de 20.000 millones más de inversión. Aunque las nuevas disposiciones legales sobre la consolidación de los resultados de las participadas puedan aconsejar a La Caixa en el futuro tomar hasta el 5% de Repsol, la cuestión es que los dividendos de las participadas están exentos de pagar impuestos a partir del 5% del capital (antes era el 25%). Tener el 3% no libera de ese pago.

La decisión de posicionarse mejor en sectores estratégicos, que además de La Caixa parecen haber tomado BBV, Santander o BCH, parece más relacionado con la caída de los tipos de interés en deuda pública, así como en el interbancario, los tradicionales refugios para la masa monetaria a invertir, que en el caso de La Caixa eran de 1,7 billones, a finales de 1995. Ese proceso ha llevado a grandilocuencias como que la banca sustituye al Estado" cuando se trata de un proceso que depende de criterios de rentabilidad. Depende en suma de que las acciones de las ex-públicas ofrezcan lo que antes daba la deuda.

En el caso de La Caixa, ésta exige además que sean "sectores con futuro", es decir que tengan capacidad de expansión. En otros términos prefieren Telefónica, que todavía tiene millones de líneas por abrir, a la inversión en eléctricas en un país donde todo el mundo tiene electricidad en casa. La brújula de los rumores extendía la voracidad compradora de La Caixa a ENDESA, aspecto que "respetuosamente" descartan por "demasiado maduros" en La Caixa. Los analistas entienden que Endesa y su enorme generación de cash-flow les llevará a invertir en servicios, en los que La Caixa ya está directa o indirectamente.

O en términos industriales, apostaron por el gas natural, desde Catalana de Gas, cuando pocos creían en él. Cuando apostaron, el consumo en Cataluña era del 12/13% del mercado energético, en el resto de España: consumo casi cero. Mientras, en Europa, era un 16/17%. El tiempo les dió la razón y los 38.271 millones de coste de la inversión, valen en el mercado 204.000 millones.

Las aguas en un país turístico, con exigencias ecológicas en aumento, también despertó el interés inversor de La Caixa que controla un 25% del capital de Aguas de Barcelona, estimado en mercado en unos 43.250.

Parecido ocurre con las autopistas, La Caixa entró en Acesa a principios de los setenta, cuando pocos creían en las vías azules de pago. Sus inversiones en Acesa, Aucat (Autopistas de Cataluña) y los aparcamientos Saba, suman 64.546 millones, su valor de mercado ronda los 110.000, según fuentes de La Caixa.

La única inversión eléctrica en La Caixa es Hidrocantábrico, una participada del Banco Herrero que se incorporó al Grupo La Caixa el año pasado. Los directivos de La Caixa corrigieron las decisiones vendedoras de la familia expropietaria del banco asturiano y volvieron a comprar hasta dominar un 10% de la compañía eléctrica, que -por cierto- tiene una filial de gas. El precio de la participación se estima en 10.000 millones de pesetas.

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