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La coalición de gobierno en Alemania lima sus diferencias sobre otro recorte del gasto social

"En cuestión de ahorro no puede haber ningún tabú". Animados por esta máxima del ministro federal de Finanzas, Theo Waigel, los partidos de coalición conservadora del gobierno de Alemania comenzaron ayer a debatir un nuevo plan de ahorro para compensar los 50.000 millones de marcos (4,15 billones de pesetas) en que se estima el déficit de los presupuestos para 1997. El plan incluye una reforma fiscal, sustancialmente consensuada, y nuevos recortes sociales, que todavía causan diferencias en el seno de la coalición y han provocado la oposición sindical.

La reunión, que comenzó a primera hora de la noche, fue presidida por el canciller Helmut Kohl, quien en las horas previas al encuentro moderó la afirmación de su principal ministro económico y señaló que las pensiones quedan fuera del debate. Reincorporado a la actividad oficial, tras una cura de adelgazamiento de dos semanas, el canciller también afirmó que en esta legislatura (que acaba en 1998) no habrá tampoco una subida del IVA.El plan de ahorro del Gobierno, que será presentado a los grupos parlamentarios demócratacristiano (CDU/CSU) y liberal (FDP) mañana, se compone de dos elementos: una reforma fiscal, sustancialmente consensuada, y nuevos recortes sociales, que todavía provocan diferencias en el seno de la coalición y cuyo anuncio ha puesto en pie de guerra a la oposición y los sindicatos.

El elemento más polémico de la iniciativa gubernamental es la reducción de las percepciones salariales en caso de baja por enfermedad. El plan propone que en caso de enfermedad los trabajadores cobren en proporción a su salario base, sin tomar en consideración los complementos y horas extraordinarias. Además, tras seis semanas de baja la percepción se reduciría nuevamente.

Junto a ello, y para evitar situaciones de abuso de la red social, se incrementarían las visitas de inspección a los domicilios de los trabajadores de baja. Estas visitas, que ya se realizan, se concentrarían en los trabajadores que reciben la baja con mayor frecuencia.

Declaración de guerra

La Confederación de Sindicatos alemanes (DGB) considera la propuesta de reducir el salario durante las bajas de enfermedad como una declaración de guerra. Su presidente, Dieter Schulte, ha amenazado con una campaña masiva de huelgas en caso de que el Gobierno quiera imponer su criterio. Para Schulte, modificar el actual sistema "es incitar a una revisión del sistema social, por lo que no es negociable".Otro punto en el que los sindicatos se han mostrado especialmente susceptibles es en el incremento de la edad de jubilación de las mujeres, fijada actualmente en 60 años. Incluso en las filas del propio Gobierno la medida es objeto de rechazo. La presidenta del grupo de mujeres demócratacristianas, y presidenta del Bundestag, Rita Süssmuth, considera insensato establecer una norma general en este sentido. En su opinión, "las mujeres que, a pesar de la educación de los hijos, han trabajado ininterrumpidamente, deberían poder jubilarse a los 60 años".

También las sindicatos han encontrado puntos débiles en esta propuesta. Consideran que, si se llega a aplicar, se verían afectadas más de 250.000 mujeres que, de no pasar a la jubilación, frenarían la entrada de otros tantos jóvenes en el mundo laboral.

El proyecto del Gobierno incide también en las jubilaciones al proponer que sólo se computen tres años de formación y educación, en lugar de siete como hasta ahora, para determinar la edad de retiro. Sin embargo deja pendiente, de momento, una elevación de la cuota de aportación para las pensiones.

El Ejecutivo alemán quiere promover además medidas que obliguen a los desempleados a aceptar cualquier tipo de trabajo con el que perciban una cantidad equivalente a la que cobran del Estado. El equipo del canciller Kohl quiere ajustar también las cuentas internas del Gobierno y considera la posibilidad de reducir los gastos de todos los ministerios entre el 5% y el 7%.

Algunos departamentos creen que eso es apretar demasiado. Volker Rühe, ministro de Defensa, afirma que en el recorte de gastos "ya se ha alcanzado la barrera del dolor para el Ejército". Pero no sólo se quiere ahorrar recortando el gasto. El Gobierno, a pesar de la débil coyuntura, considera que hay margen para mejorar la recaudación y por ello perfila una reforma fiscal.

Junto a la implantación, antes del año 2000, de un nuevo sistema para gravar los ingresos personales, el Gobierno alemán estudia la posibilidad de introducir un impuesto ecológico.

Éste afectaría a los bienes para cuya producción se consuma mayor cantidad de energía y establecería una tercera categoría de productos, frente a las dos actuales: alimentos y libros gravados con un 7,5% y el resto a los que se aplica un IVA del 15%.

La matización socialdemócrata

El Partido Socialdemócrata (SPD), alternativa y aspirante al Gobierno durante prácticamente los últimos tres lustros, considera necesarios algunos ajustes pero insiste en la necesidad de conservar la médula de la red social. "Analizarernos todas las propuestas sin prejuicios", ha afirmado su presidente Oskar Lafóntaine.El ministro presidente de Baja Sajonia, Gerhard Schroeder, que actúa como avanzadilla del SPD en temas económicos, ha dicho que su partido está dispuesto a asumir algunos recortes como por ejemplo el de las percepciones de desempleo cuando se rechace un trabajo.

El SPD aprobó en la última reunión de su directiva una iniciativa en la que el partido se compromete a defender "con todos los medios" el Estado social. En ella también se reconoce que los socialdemócratas no se cerrarán a todas las propuestas que sean realmente necesarias.

La aprobación de muchas de las medidas contempladas en el plan de ahorro del Gobierno deben ser aprobadas por el Bundesrat (la cámara de representación territorial) en la que el SPD tiene mayoría. En caso de diferencias con el Ejecutivo, Oskar Lafontaine ha asegurado que derribarán toda propuesta que se oponga a la sustancia del Estado social.

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