La herencia que recibe Aznar
LOS PANTANOS rebosantes y la menor inflación conocida en 25 años. Resulta comprensible la irónica satisfacción con que los socialistas presentan la herencia que dejan al PP. Admitiendo que lo de los pantanos depende, más aún que de la política de obras públicas, de los factores azarosos que determinan la pluviosidad, es cierto que en el terreno económico el panorama es bastante bueno. Así lo han venido a confirmar estos días el aumento de los márgenes empresariales que refleja la Central de Balances del Banco de España, el descenso del paro registrado y la reducción del índice de precios al consumo (IPC).Pese a todo, estos indicadores favorables no consiguen ocultar que el desempleo sigue muy por encima de la media europea y que todavía es considerable el diferencial de inflación con los países de la UE que tienen los precios más estables. Pero es inusual, y por ello digno de ser resaltado, que los principales desequilibrios de la economía española tiendan a amortiguarse simultáneamente.
Tras un aumento de cuatro décimas en el IPC de marzo, la tasa interanual ha descendido al 3,4%, cifra desconocida en el último cuarto de siglo. Ese registro inequívocamente favorable cumpliría el objetivo trazado por el Banco de España para este año, abriendo así márgenes para descensos adicionales en los tipos de interés.
No es fácil, sin embargo, que esa tendencia reductora de los precios tenga una continuidad tan clara en la segunda mitad del año. Durante el pasado mes ya se han puesto de manifiesto, aunque de forma incipiente, algunas tensiones en los precios del petróleo que podrían incidir de forma más adversa en el futuro próximo. Por el contrario, las favorables condiciones climatológicas hacen prever una evolución positiva de los precios de los productos. agrícolas incluidos en el índice.
El consumo sigue débil, aunque hay algunos motivos para esperar un moderado despegue en el segundo semestre. La inestabilidad del mercado laboral, el alto precio de la vivienda, que incita a ahorrar en mayor medida para su adquisición, y la incertidumbre sobre el futuro de las pensiones, que favorece la canalización del ahorro hacia fondos y seguros privados, son algunos de los factores, que explican esa atonía del consumo.
Indicadores de un cierto cambio de tendencia serían la mayor disposición a contratar créditos destinados a bienes duraderos y el aumento en un 8% de las ventas de automóviles en el primer trimestre. Una dinamización del consumo, especialmente si se combina con una evolución salarial menos contenida que la de los dos últimos años, tendría efectos inflacionistas. Especialmente si no se abordan las reformas pendientes en la distribución, el mercado del suelo y los servicios profesionales protegidos de la competencia. Todo un programa para el próximo Gobierno.
Por mucho que el PP desconfíe del estado real de las finanzas públicas, ningún Gobierno de la democracia encontró un grado de corrección de los desequilibrios económicos como el que se encontrará el nuevo Ejecutivo del PP. A partir de esa favorable situación, José María Aznar debería explicar en su discurso de investidura qué parte de su programa económico ha tenido que modificar en virtud de los pactos poselectorales y qué otra mantiene en vigor. Con una especial atención a la comprometida reducción del impuesto sobre la renta, quizá su promesa más emblemática.
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