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Tony Blair se presenta ante Clinton como un estadista dispuesto a gobernar

Antonio Caño

El líder del Partido Laborista británico, Tony Blair, selló ayer con su entrevista con el presidente Bill Clinton una gira triunfal por Estados Unidos durante la que ha potenciado su perfil de estadista, ha defendido la imagen moderada del Nuevo Laborismo y ha respondido a las preocupaciones del mundo financiero sobre un próximo Gobierno de izquierda en el Reino Unido.Alentado por la victoria de su partido el jueves en la elección de un escaño parlamentario vacante, Tony Blair aprovechó su reunión con Bill Clinton para resaltar todo aquello que une a los dos personajes. Ambos son abogados y ex alumnos de Oxford, ambos tuvieron la misión de borrar la imagen derrotista de sus respectivos partidos, ambos construyeron plataformas electorales centristas, ambos gozan de amplia ventaja en las encuestas electorales frente a sus rivales y ambos suenan, probablemente, con alcanzar el grado de hermandad que unió a los grandes líderes conservadores de su época: Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

"En cierta manera se están produciendo los mismos cambios [en Estados Unidos y en el Reino Unido]. Los demócratas han hecho grandes cambios bajo el presidente Clinton. Hay un fuerte debate contra el aislacionismo y el proteccionismo de la derecha, tanto en el Reino Unido corno en Estados Unidos. Yo, personalmente, estoy en favor del comercio y en contra del aislacionismo", declaró ayer Blair.

Modelo Clinton

Tony Blair ha defendido el modelo Clinton en favor de la modernización y del libre comercio ante los banqueros en Nueva York y ante la élite política en Washington. El miércoles, en un discurso ante la Cámara de Comercio Británico-Norteamericana, prometió que su Gobierno será "radicalmente de centro" y opinó que "algunas de las viejas diferencias entre la derecha y la izquierda han quedado sin sentido". El jueves, en una cena en Washington, aseguró que "un nuevo Partido Laborista" es la única alternativa que garantiza la estabilidad en su país.

Ayer, en su entrevista con Blair, el presidente norteamericano trató de evitar los asuntos puramente electorales para no perjudicar sus relaciones con el primer ministro John Major. En su comparecencia ante los periodistas, Clinton se negó a hacer comparaciones entre su partido y el de Blair, y se limitó a agradecer el esfuerzo de este último para salvar el proceso de paz en el Ulster.

Pero la reunión, en la que ambos conversaron, además del Ulster, de Bosnia y Oriente Próximo, sirvió para darle al dirigente laborista la talla de un líder internacional, capaz de revitalizar la especial relación que históricamente ha unido a Londres y Washington. El propósito principal del viaje, no obstante, ha sido el de presentar en Estados Unidos la nueva imagen del laborismo y desmentir las acusaciones conservadoras de que un Gobierno de ese signo espantará los negocios y la inversión en el Reino Unido.

"No creo que, en los tiempos actuales los políticos que actúen desde los extremos sean capaces de ofrecer liderazgo a un país", manifestó Blair.

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