Mochila escolar: un riesgo para la columna
Debate sobre la influencia de las posturas infantiles en la aparición de la escoliosis
¿Puede torcerse la espalda de un niño por llevar la mochila demasiado cargada o colgada de un lado? ¿Es perjudicial para la columna sentarse mal en clase? Son dudas que asaltan a la espera de una explicación científica que las disipe para siempre, o de estudios que surgen de vez en cuando para reavivarlas.
Entre los que optan por la prevención se encuentra el doctor Vázquez Gallego, jefe del servicio de rehabilitación del Hospital Xeral de Lugo: "Ahora está de moda que los niños que usan mochila la lleven colgada del hombro; lógicamente, ese hombro desciende y asciende el contralateral, y eso, a la larga, genera una actitud escoliótica que, si se estructura, da lugar a una escoliosis. Venimos observando cada vez mayor incidencia en problemas de columna en niños y adolescentes".
Con estos argumentos, la recientemente creada sección de columna del citado hospital lucense ha editado un tríptico sobre la escoliosis, en el que se advierte del peligro de las posturas viciosas y se recomienda sistematizar la detección precoz en el medio escolar. El informe define la escoliosis como una "desviación lateral de la columna vertebral acompañada de rotación de las vértebras y en ocasiones de acuñamiento de los cuerpos vertebrales", y cuenta que la padecen aproximadamente 8 de cada 1.000 personas, afectando en 9 de cada 10 casos a mujeres, y presentándose en un 85% entre los 10 y los 13 años.
Consejos y controversia
El doctor Vázquez Gallego propone, para prevenir y corregir la escoliosis en los escolares, llevar la mochila centrada en la espalda y lo más descargada posible; mantener la columna recta y simétrica al sentarse; dormir sobre colchón duro y almohada blanda, a ser posible boca arriba, y evitar deportes de contacto personal violento.
Según los datos recopilados por la unidad de escoliosis del hospital Ramón y Cajal de Madrid tan sólo en dos de cada 100 niños explorados se observa asimetría en la espalda. El doctor Pastrana, jefe del servicio de rehabilitación de este centro, opina que "la mayoría de las escoliosis idiopáticas -aquellas cuya causa se desconoce- tienen origen genético, y, aunque es probable que el peso de las mochilas o adoptar una postura incorrecta en clase sean factores de agravación de algo preexistente, es muy difícil de demostrar".
Más crítico es el doctor Ferrero, director de la unidad de escoliosis del hospital madrileño, que considera "totalmente falsa" la relación entre las posturas viciosas y la escoliosis. Se oponea prohibir ningún deporte, desmintiendo la influencia negativa de los deportes unilaterales, y aboga por desmitificar la conveniencia de la natación para paliar las dolencias de espalda.
Lo que nadie duda, sea la escoliosis una deformación hereditaria o una enfermedad que se puede prevenir, es que si se detecta a tiempo es corregible, y cuanto antes se haga, mejor, ya que el tratamiento será más sencillo y eficaz cuanto más joven y elástica sea la columna.
Siempre es recomendable. hacer una exploración a todos los niños a partir de los 10 años, especialmente si se conocen antecedentes familiares, y sobre todo a las niñas, a las que la llegada de la menarquia (primera regla) provoca una descompensación en el crecimiento.
El primer paso para la detección es una prueba tan sencilla como inclinar al niño hacia adelante y observar, a simple vista, si existe asimetría en la espalda; o, dicho de otro modo, comprobar que la altura de las escápulas es simétrica y que no sale chepa. Si el resultado de esta prueba es sospechoso, entonces habrá que hacer una radiografía para confirmar o descartar que hay desviación.
La escoliosis se intensifica durante todo el periodo de crecimiento esquelético, esto es, hasta los 16,5 años en las chicas y hasta los 17,5 en los chicos.
El diagnóstico es lo que determina el tipo de tratamiento, que será diferente dependiendo del tipo de desviación, su grado y la edad del paciente. En general, para desviaciones de hasta 30 grados, se aplica un tratamiento conservador, consistente en cinesiterapia, ejercicios en piscina y corrección de la actitud postural. Si la curvatura se encuentra entre 30 y 45 grados, lo habitual son los corsés ortopédicos, los yesos y el tratamiento fisioterapéutico intensivo para rehabilitar la musculatura de la espalda. En ambos casos es muy importante el seguimiento del especialista.
Si la desviación no se descubre pronto y no se empieza el tratamiento cuando aún es incipiente, el problema de la escoliosis llega al adulto, que además de trastornos estéticos y psicológicos agregados, afecta al aparato cardiorrespiratorio, reduce la capacidad pulmonar, adelanta y agrava los dolores de espalda y artrosis, e incapacita para ciertos trabajos y deportes o incluso para llevar una vida normal. En estos casos, cuando la desviación supera los 45 o 50 grados, la única solución está en manos del cirujano traumatólogo, que decidirá, en cada caso, si conviene o no la intervención quirúrgica, para fijar todas las vértebras de la columna involucradas en la desviación.
Cinco kilos a la espalda
"Cuarenta y nueve lapiceros, seis reglas, dos gomas de borrar, el archivador grande, un diccionario, los libros y los cuadernos de medio, lenguaje, inglés y matemáticas, una carpeta, unas hojas sueltas, un compás, una bolsa de complementos de plástica, una madera, un bolígrafo suelto, una flauta y unas chucherías". Todo esto, en total 7,1 kilos, declara que lleva en su mochila Sergio Martal, uno de los 73 alumnos de dos grupos de sexto curso del colegio San Agustín de Madrid que respondieron por escrito a un sondeo realizado por este periódico.
Casi todos ellos, con edades comprendidas entre los 11 y los 13 años, cargan cada día con tres o cuatro libros de mates, lengua, reli, medio, dibujo, inglés o música, que pesan aproximadamente un kilo cada uno, además de un cuaderno para cada asignatura, folios, estuches, chándal, mapas, pañuelos de papel, guantes, bocadillos; objetos menos frecuentes como raquetas, disquetes, pelotas, agendas, pegatinas, tebeos o álbumes de cromos; e incluso artículos sorprendentes o tesoros particulares como clavos, tijeras, martillos, chicles, lupas, cuerdas, diarios, barajas o el regalo del Día del Padre. El peso medio de las 73 mochilas inspeccionadas es de cinco kilos, oscilando entre todas entre los 1.800 gramos de la más liviana y los 9,7 kilos que carga el alumno más aplicado, destacando asimismo que 22 mochilas superaron los seis kilos.
En cuanto a la manera de llevar la mochila, 49 de los niños y niñas consultados aseguran que se la colocan bien centrada en la espalda, 11 confiesan que la cuelgan de un solo hombro y otros 11 declaran que la llevan de un lado o de los dos, dependiendo sobre todo del peso que tengan que cargar. En este sentido, es revelador el sentido común de María Suárez, que dice: "La llevo en un brazo; es decir, cargada de un hombro, y si me duele o me pesa, la pongo colgada de los dos hombros".
El profesor de conocimiento del medio Fernando González. opina al respecto: "No creo que sea tan grave, porque casi todos los niños van en autobús o les vienen a buscar".
Pero no conviene descuidar la atención, sobre todo teniendo en cuenta que 17 escolares declaran tener dolores de espalda de vez en cuando, y 10 aseguran que les duele con frecuencia o incluso "todos los días".
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