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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El 'kibutz' discoteca

Siguiendo con su idea de formalizar y dotar de Un estile, verticalmente holandés a la, compañía nacional, española, su director artístico, Nacho Duato -que ya se ufana en los medios de haber ganado el pulso político y haber renovado, y por tres años más, su fabuloso contrato- no ha encontrado mejor fórmula que reproducir el repertorio del Nederlands Dans Theater con la precisión de un eco tardío.Ya no se trata de parecerse, sino de poner en escena las mismas piezas. Es así que a las casi siempre brillantísimas obras del checo Kilian se unen los mismos títulos de Forsythe, Naharin o del propio Duato, que en varios casos ha estrenado primero en La Haya y repuesto después con fastos y, costes de primicia en Madrid. Es la pescadilla que se acaricia la cola, un peligroso bumerán narcisista en lo estilístico.

Compañía Nacional de Danza

Petite port: Jiri Kilian / W. A. Mozart; Extractos de Kyr: Ohad Naharin / The Tractor's Revenge; Cero sobre cero: Nacho Duato / Alberto Iglesias. Teatro de Madrid. Madrid, 30 de marzo.

La compañía exhibe un nivel de baile muy bueno, brillante en los casos de Habasque, Fabre, Allard: los virtuosos de siempre, que esta vez se han adaptado a un registromotor muy diferente, el que trae el israelí Ohad Naharin con su pieza Kyr, una revisión de otros tantos hallazgos coreográficos anteriores y propios, una refundición de Perpetuum (con un muro útil y Tractor's Revenge escupiendo) decibelios) y de Axioma 7 (bellísimo canon sobre el Brandeburgo 4 de Bach), ambas en el repertorio en el Ballet de Ginebra y vistas en Sevilla y Barcelona, donde ya está el semicírculo de sillas, el vuelo de las ropas y otros detalles.

Pero este fragmento de Kyr, originalmente una obra de más de una hora de duración, es el más duro y el más sionista, desenvolviéndose en esa estrecha frontera de los extremos políticos. Todo un laudo a la parafernalia militar, el kibutz como discoteca cañera, el pobre hombre de negro (¿acaso un palestino o un heterodoxo de la Torah?) utilizado de pelele y "expulsado", la marcha militar creando un ambiente opresivo y potente.

Hay enormes puntos de conexión entre Duato y Naharin (van en el mismo barco, alimentados por el mismo motor), con ventajas de madurez para el segundo. Kyr significa muro, y en Cero sobre cero hay un muro de los lamentables donde se garabatea algo así como una fórmula gráfica de fluidos. En ambos ballets hay goce en el martirologio, frenesí urbano, top-less en abundancia, culto al músculo tatuado y un cierto toque de nueva liturgia civil que canta a la violencia y al sadismo como vías de salida y de respuesta. ¿Intenta Duato hacer proselitismo ideológico sobre la generación X? Al menos nada de esto está en Petite mort, que deja el buen sabor de boca de un gran ballet sin fronteras y que en su sombría nube de denso erotismo hay otro mensaje entre líneas y pasos: está perdido quien no camine por sí mismo, y aún más, el deseo del dominador termina en su noche.

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