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"Para nosotros el Golán es nuestro hogar"

Alarma en la colonia judía de Katzrín ante la perspectiva de que Israel devuelva el territorio a Siria

Hay una expresión de orgullo en el rostro de Orri Zeharía cuando habla de la estructura que se levanta justo sobre su pizzería en la calle principal de Katzrín, industrioso asentamiento judío en los Altos del Golán. "Comenzamos como un negocio pequeño, pero ha llegado la hora de ampliar y crecer como todo en esta zona. Estamos invirtiendo todos nuestros ahorros", dice Zeharía, un colono jovial que se ufana tanto de su condición de "padre fundador de Katzrín" como de su posición de miembro del consejo municipal en los últimos 17 años. Como a millares de colonos judíos que hoy viven y trabajan en el Golán, la posibilidad de que Israel devuelva los territorios que capturó a Siria en la guerra de 1967 le alarma, pero no parece haber alterado sus proyectos. "Aún no se ha llegado a un acuerdo. Si algún día el Gobierno decide entregar el Golán entonces veremos qué hacemos", dice.Es una actitud que refleja el grado de escepticismo existente entre los 14.000 colonos del Golán. La última ronda de negociaciones entre Siria e Israel no parece haber reducido la enorme brecha que separa a israelíes y sirios en torno a la espinosa cuestión del Golán, cuya solución es vital para la paz en Oriente Próximo.

"¿Cree usted que estaríamos invirtiendo todas nuestras energías y nuestros recursos si supiéramos que un día tendremos que abandonarlo todo y entregar nuestras propiedades a los sirios?", pregunta Zeharía.

El debate político se ha animado con la presencia de un nuevo movimiento pragmático que propone una seria revisión de las prioridades israelíes. La organización Derech Leshalom (Camino hacia la Paz), fundada en diciembre pasado, ha comenzado a combatir la intransigencia de la derecha a hacer concesiones territoriales en aras de la paz. "Para nosotros, el Golán es un hogar, una sociedad, una comunidad, un centro de trabajo y Un proyecto de toda la vida. Lo creamos de la nada y con el apoyo de todos los gobiernos. Quisiéramos que todo continuase en esta vía, pero jamás antepondremos nuestros intereses personales a los intereses de la nación", dicen sus miembros que procedentes de 13 asentamientos judíos.

En Katzrín estos días circula una historia que ilustra el creciente sentimiento en favor de la devolución del Golán, si es que ello va a garantizar la paz en la región. Es una pugna personal entre un colono progresista llamado Yoav Tsur que desde hace semanas libra una "batalla" con sus vecinos derechistas. Cada día Tsur coloca sobre su alambrada una enorme pancarta blanquiazul en favor de la política gubernamental de devolver el Golán a cambio de paz con Siria. De noche, sus adversarios la quitan y destruyen. "No los asusta ni la advertencia de que la verja está electrificada, dice Tsur, una de las solitarias voces del pacifismo en el Golán y cuya campaña está destinada a intensificarse a medida que se aproximan las elecciones generales israelíes del 29 (le mayo.

El tema del Golán va a convertirse en uno de los puntos clave de ese proceso, tan crucial y psicológicamente grave, como lo es la cuestión de Jerusalén. Los colonos han conseguido galvanizar la opinión pública en el sentido de si es posible pactar la paz con los sirios sin tener que necesariamente devolver el Golán. Aquí, el concepto de la fórmula "paz a cambio de territorios" ha sido totalmente invertido. "Verá: nosotros les damos la paz, ellos nos dan el territorio", decía un ingeniero agrónomo que se trasladó a Katzrín en 1982, un año después de la anexión por Israel.

Los colonos también han conseguido explotar los temores ampliamente extendidos de que abandonar el Golán, de donde proviene un tercio del agua para Israel, equivaldría a un suicidio. "No se puede ni se debe confiar en los sirios", afirma Hananiel Hebe, un joven y emprendedor empleado del supermercado local que vive en una casa cómoda con su mujer y su hijo de tres años. "Jamás han demostrado buena voluntad. Si les damos una oportunidad, los tendremos remojando los pies en el mar de Galilea", añade.

Ésa es, ciertamente, una perspectiva que aterra a todos los isralíes por igual. Frescos están en la memoria de Israel los días cuando los cañones sirios bombardeaban los kibutzim (granjas agrícolas) de la costa. Pero el concepto que propulsaba el va lor estratégico del Golán como una barrera defensiva natural va perdiendo vigor, incluso en las esferas oficiales. "La paz con el Golán es un bonito eslogan, pero la mayor parte del público sabe que es irreal. Si realmente vamos a hacer la paz con Siria vamos a tener que pagar un precio y eso significa devolver el Golán, porque el Golán es territorio sirio", declaraba un colono. El grado de división entre los colonos del Golán quedó reflejado en una reciente encuesta en la que el 45% de los residentes judíos dijeron estar dispuestos a abandonar la meseta ocupada a cambio de una paz total con Siria, siempre y cuando ésta fuera conveniente y convincentemente garantizada. El 53% se pronunció en contra de cualquier concesión. Pero los sondeos son una cosa y el verdadero sentimiento de los colonos otro, afirman las autoridades de Katzrín. "Los israelíes jamás aceptarán la retirada del Golán. No aceptarán la presencia siria en las playas del mar de Galilea ni la rendición del Monte Hermón. Mucho menos la evacuación de judíos como parte del precio que habría que pagar por la paz. Ningún Gobierno puede permitirse ese lujo", dijo un portavoz del Gobierno local de Katzrín.

Lo que confunde a muchos israelíes, en particular a los colonos del Golán, es el zigzagueo del Gobierno. En plena campaña para las elecciones de 1992, el propio Rabin había declarado que "una retirada del Golán es impensable, incluso en tiempos de paz". Más tarde fue el arquitecto de la actual política que busca precisamente eso y su sucesor, Simón Peres, está promoviendo la idea de una devolución.

Como el proceso entero va inevitablemente a tomar bastante tiempo, dicen algunos estrategas israelíes, el curso más apropiado a seguir ahora e! la aceleración e intensificación de las inversiones en el Golán a fin de subrayar la importancia económica de la meseta. Según estadísticas de los asentamientos, las inversiones en el Golán ascendieron a cerca de 200 millones de dólares entre 1990 y 1995. La economía del Golán, derivada de la agricultura y la industria, genera un ingreso anual de cerca de 300 millones de dólares y los planes de expansión van cobrando forma cada mes. "Tenemos una vida sólida que la hemos construido sobre bases sólidas. No creo que un día tengamos que irnos de aquí", dice Zeharía.

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