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'Empresas' de segundo nivel

Son los amos de las "empresas malditas", los clubes de categoría inferior, la Segunda División. Caer en ella es hundirse en un pozo, del que no es fácil salir. El panorama no es demasiado halagüeño. Por segundo año consecutivo pierde clientes. Los espectadores desertan cuando el espectáculo y el interés decrece. Algunos clubes como el Eibar o el Getafe apenas han recaudado en algunas jornadas para pagar las 300.000 pesetas que cobra el árbitro. Presidir un equipo de esta división es toda una aventura. Su éxito está cuantificado en el ascenso, al que sólo dos tienen derecho y otros tantos, los siguientes en la tabla, la esperanza de ganárselo en la promoción.La aventura no espanta a algunos hombres de negocios, como los presidentes del Hércules de Alicante, Lleida, Villarreal o Écija, importantes empresarios de la construcción, la cerámica o la hostelería. Mayor es la hazaña si cabe para hombres de negocios como Marcos Eguizábal o el doctor Bartolomé Beltran, accionistas mayoritarios del Logroñés y Mallorca, respectivamente, con casi 500 millones de pesetas invertidas por cada uno de ellos. En el caso del equipo riojano el título de presidente recae sobre un accionista minoritario, pero hombre de confianza del empresario vinatero.

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El Toledo se parece más a una empresa familiar. Su presidente, Emiliano Carballo, al convertirse en accionista mayoritario del Toledo, tras desembolsar 150 millones, a través de un crédito bancario, dedica todo su tiempo y actividad al club. Este auxiliar de notaría, en excedencia desde hace dos años, vive de las rentas que le proporcionan las viviendas que tiene alquiladas, entre ellas la sede del Toledo. Los dos hijos del presidente: Emiliano y Rosamari Carballo Díaz, trabajan en el club, el primero como gerente, y la segunda, a cargo de la contabilidad.Ampliación de capitales

La quiebra, por otro lado, amenaza al colista, el Marbella. Su ayuntamiento, aunque tenga por alcalde a Jesús Gil y Gil, no ha podido por ahora sacar al equipo de la zona de peligro. Bastante consiguió con que pudiese iniciar la temporada en Segunda División cuando reunió más méritos que el Sevilla y el Celta para caer en la Segunda B. La Liga Profesional ignoró entonces los débitos del Marbella a Hacienda y a la Seguridad Social y el aviso de la Federación, con la que todavía mantiene varios millones de deudas.

Los problemas se avecinan próximos para los equipos de esta categoría. Sobre la mayoría de ellos amenaza el peso de la ampliación de capital, obligada por la Ley. Este reto aún no ha llegado para algunos de los equipos, con una moratoria de un año para convertirse en sociedades anónimas, como son los casos del Getafe, Leganés, Almería, Extremadura y Alavés. Osasuna figura en el capítulo de la excepción. No tiene obligación de convertirse en sociedad anónima debido a una trayectoria económica positiva.

Esta información ha sido elaborada con los datos aportados por los corresponsales de EL PAÍS.

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