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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pareja y crueldad

Acera derecha

Acera derecha, de Rodrigo García. Intérpretes: Raquel Sánchez y Rolando Sanmartín. Iluminación: Isabel Vega. Sala Cuarta Pared.

Una pareja en una situación cruel. Es cruel con ellos el autor, o sea, su dios, que les pone en una situación, terminal, dolorosa, donde la miseria, el hambre, la enfermedad y la muerte se multiplican. Les ahorra poco. No tienen casi ni palabras: las justas, bellas y justas, para expresarse el uno al otro, o hacia la nada. En estas palabras justas está, misteriosamente, la poesía pura, y también la poesía dramática: la épica de su supervivencia.Fórmula nueva: el autor ensaya, dice, una fórmula nueva. Consiste en que la sala está vacía, salvo pequeños elementos de atrezzo, y es un plano único para el autor y para el espectador. Se mueve esta pareja, y el público va detrás, formando corro allá donde la luz les señala, viendo su destrucción. No creo que sea una situación nueva: es probablemente la más antigua del teatro, la del corro en torno al personaje o a los personajes que actúan. La ventaja es la de que la proximidad física sobre un actor y una actriz sin maquillar nos pueda ganar, nos pueda meter dentro del círculo. No deja de ser una ilusión. Es bueno ver a Raquel Sánchez y a Rolando Sanmartín, que son actores excelentes, y que no pierden su situación ni un solo momento, en esta actuación cara a cara. Pero no siempre se alcanza el punto necesario. Y, la última verdad, a pesar de todas estas excelencias de lenguaje y rostros y cuerpos, no se puede sentir más participación que la que es posible en un espectador. Hay la suficiente teatralidad de luces, ordenación de utensilios, proyección de voz como para que sepamos continuamente que son otros. No es malo: el teatro es el otro que se enseña, y uno se identifica por retazos, por lo que selecciona y elige él. Ah, y a media función el espectador se puede cansar. Los más jóvenes se sientan en el suelo, se alzan y corren al otro círculo de luz. No todos se lo permiten. Al final, todo es lo de siempre: el texto y la voz. En este caso, el autor -ya escuchado, ya admirado otras veces- crea un texto bueno, y los actores son, ya lo he dicho, excelentes.

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