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Los rectores proponen reducir la duración de algunas carreras universitarias

En la reunión de Valencia se pide rebajar de diez a siete las horas de clase por crédito

Redefinir el concepto de crédito, de forma que represente siete horas de clase teóricas o prácticas en lugar de las 10 actuales, es la más llamativa de la conclusiones de la Conferencia de Rectores que ayer acabó en Valencia. De la reunión, en la que han estado presentes 46 de las 56 universidades integradas en la conferencia, han surgido propuestas para corregir los efectos negativos de los nuevos planes de estudios. Disminuir el número de créditos, es decir, la duración real de algunas carreras, es otro de los acuerdos que implica corregir los decretos y directrices que regulan la reforma.

El crédito es la unidad de medida de las enseñanzas universitarias tras la reforma de los planes de estudio y equivale a 10 horas de clase. La nueva definición que propone la Conferencia de Rectores consiste en establecer un mínimo de siete horas, que puede o no ampliarse. El texto que dio a conocer ayer en Valencia el presidente de la conferencia, Juan Ramón Medina, es el siguiente: "A efectos de cómputo horario, un crédito valdrá 10 horas de actividad docente, de las cuales al menos siete deben ser de docencia teórica o práctica reglada con presencia del estudiante. Las universidades regularán el valor de los créditos a efectos de calcular la carga lectiva del profesorado".Medina, rector de la Universidad de Sevilla y también vicepresidente del Consejo de Universidades, que hoy se reúne en Tarragona, anunció que la Conferencia de Rectores trasladará sus propuestas a este máximo organismo de coordinación universitaria. Según Medina, se trata de rebajar el exceso de horas de clase y permitir que el resto de la carga que implica el crédito pueda resolverse mediante "tareas en el laboratorio, en la biblioteca o con el trabajo personal de los estudiantes". Por si había dudas, Pedro Ruiz, rector de la Universidad de Valencia, que ha organizado la reunión y redactó el documento base para el debate, puntualizó: "Cuando se habla de reducir carga lectiva, es para reducirla, no para condensarla". Ruiz advertía contra la tentación de los departamentos de condensar en menos horas de clase la misma materia que antes se impartía.

La Conferencia de Rectores marca, así, el camino concreto para resolver las graves disfunciones detectadas en la implantación de las nuevas carreras, que han frustrado en los dos primeros años de vigencia los objetivos de acortar la duración de los estudios superiores y dar libertad al alumno para construir su propio currículo académico. Disminuir el mínino de créditos (y por tanto, de horas lectivas) de las titulaciones, exceptuando las de carácter técnico, es otra de las propuestas aprobadas en Valencia, así como evitar la fragmentación en un excesivo número de asignaturas (estableciendo un mínimo de créditos por materia), favorecer los primeros ciclos comunes para evitar la especialización prematura que ahora se produce, potenciar las licenciaturas sólo de segundo ciclo y crear títulos de primer ciclo y carácter generalista en áreas como las Humanidades, las Ciencias o la Salud.

Para un grupo de trabajo específico decidió dejar la Conferencia de Rectores el problema de la financiación de la reforma. También acordó debatir en próximas reuniones la organización de las tareas docentes, con asuntos como el comienzo y el final de curso, la conveniencia de periodos docentes cuatrimestrales o semestrales y el número de exámenes que deben afrontar los estudiantes.

Medina destacó que la Conferencia de Rectores comparte los objetivos de la - reforma: adecuar la Universidad a la realidad de su entorno, permitir la flexibilidad en la construcción del currículo y racionalizar la excesiva duración de las carreras que se produce en España en comparación con los otros países de la UE. "Queremos mejorar la reforma. No hemos iniciado, de ninguna manera, una contrarreforma", señaló el presidente de la Conferencia de Rectores.

Medina insistió en que no se puede hablar de fracaso de la reforma, al no disponer de series históricas suficientes de resultados para evaluar sus consecuencias, pero abogó por la conveniencia de implantar "con carácter inmediato" algunas de las correcciones, como la reducción de horas de clase, que podría estar vigente ya el próximo curso y aplicarse para el curso 1997-1998.

Aumentar los recursos para las prácticas y paliar el déficit de laboratorios y bibliotecas es una de las demandas de los rectores, que defienden también una mejor conexión de la universidad con la Formación Profesional de tercer grado y con la educación secundaria.

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