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Educadores de calle intentan acercar a chavales con adicción a los centros de drogodependientes

Los siete centros de atención a drogodependientes (CAD) municipales tienen entre su personal una nueva figura, incorporada en los últimos dos años: el educador de calle. Su misión es llegar a los adolescentes toxicómanos y a los que, sin depender aún de las drogas, abusan de ellas. Para lograrlo trabajan al alimón con asociaciones vecinales y escuelas. Desde 1993, cuando comenzó esta tarea en los CAD de Vallecas, Latina y Villaverde, el programa de menores ha atendido a 86 drogodependientes de 15 a 17 años y a medio millar de chavales situados en el filo de la navaja.

El programa de menores nació en septiembre de 1992, tras comprobarse que un 1% de los toxicómanos que acudieron a tratarse a los CAD no cumplía los 18 años. Los centros de Latina, Vallecas y Villaverde fueron los pioneros, y en la primavera de 1995 se incorporó el resto. El trabajo se centra en barrios marginados como La Celsa, Pan Bendito o la UVA de Vallecas.El objetivo es descubrir los problemas sin estigmatizar a quienes los sufren. Por eso, salvo cuando es imprescindible una cura de desintoxicación, algo poco frecuente, se procura que los chavales acudan lo menos posible al CAD.

Nieves Herrero, directora del CAD de Vallecas, explica que en este centro han atendido más casos de adicción que en otros. "Ni los chavales ni sus familias suelen recurrir al CAD, y por eso es importante el educador, que tiende un puente entre ellos y nosotros", explica.

El trabajo de César Gil Antúnez, el educador del CAD de Vallecas, pasa a menudo por dedicarse de forma intensiva a algún chaval para ganar su confianza. Otras veces, su tarea es más global. Por ej emplo, en La Celsa ha organizado un equipo de fútbol como tarea preventiva con ayuda del Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginada.

"Lo principal es que te conozcan, se fijen de ti y seas un referente", asegura. "Es básico colaborar con las asociaciones de vecinos y de tiempo libre que trabajan en los barrios", añade.

En el CAD de Latina, las cosas son, por ahora, diferentes. Volcados en los adolescentes de Pan Bendito (Carabanchel) y en un grupo de Los Cármenes (Latina), han descubierto muchos más menores que a6usan del alcohol, los porros y las pastillas que heroinómanos.

"Problema de adolescencia"

Mercedes Rodríguez, directora de Latina, cree que "a menudo el consumo de drogas es más un problema de adolescencia que de toxicomanía; por eso hay que valorar muy bien a un menor antes de traerlo al CAD".David Diez, el educador, explica que en Pan Bendito realiza tareas preventivas en la escuela, orienta a los chicos que están a punto de abandonarla y pone en contacto con entidades del barrio a chicos que ni estudian ni trabajan. Para llegar a los chavales ha ingeniado desde un cómic hasta un taller de magia. "No es fácil; los más mayores se reían de mí hasta que un día les hablé en serio y cambiaron su actitud", explica.

En este trabajo con adolescentes, los datos de altas y bajas en los tratamientos de desintoxicación son muy extremos. Así, entre los chavales adictos atendidos se da un índice medio de abandonos cercano al 45%, cuando entre los adultos es del 33%. También en las altas, un 25%, hay contraste con el 15% del programa de mayores. Pero tanto el coordinador del Plan Municipal contra las Drogas, Emiliano Martín, como los profesionales de los CAD intentan quitar hierro a la cifra de abandonos, a primera vista alarmante. "El adolescente es variable por definición; por eso se radicalizan los éxitos y los fracasos", explica Martín.

"El programa no se puede evaluar sólo en desintoxicaciones; hay chicos que dejan el tratamiento, pero seguro que algo han ganado al recibir atención del equipo del CAD", añade. "No hay que olvidar que en toda la red, de cada dos personas que dejan el tratamiento, una reingresa, y este dato es extensible a los menores".

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