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OLEADA DE ATENTADOS CONTRA LA PAZ

Retrato robot del 'kamikaze'

Hamás recluta a los 'comandos' suicidas entre jóvenes palestinos adoctrinados en la guerra santa

, "Sólo necesitan dos cosas: un detonador y la firme determinación de morir". Así lo reconocía la semana pasada el jefe del Estado Mayor del Ejército israelí al referirse a los ataques suicidas de islamistas y a la impotencia del Estado judío para impedirlos. ¿Quiénes son estos palestinos suicidas? La mayo-, ría de ellos se asemejan al retrato robot esbozado tras cada atentado por los servicios de seguridad.El aspirante al martirio suele estar soltero, con una edad que oscila entre los 18 y los 25 años, la edad de las firmes creencias. A menudo está en paro y procede de una familia pobre o de un campo de refugiados, como los dos que cometieron los atentados de Jerusalén y Ashkelón el pasado 25 de febrero. Suele ser un fanático sin instrucción, incluso analfabeto, pero también puede tratarse de un estudiante, como el que provocó una carnicería en Jerusalén el pasado domingo: un joven de 20 años matriculado en la Escuela de Magisterio de Ramala, una de las ciudades cisjordanas bajo control de la Autoridad Nacional Palestina.

Quienes reclutan a los futuros terroristas saben que estos jóvenes han sufrido, en su propia carne, o en la de sus familiares, los efectos de la ocupación israelí. Por ejemplo, el hermano mayor del estudiante-kamikaze de Ramala recibió ocho. balazos en una pierna durante la Intifada.

Hamás comenzó a implantar hace 15 años su red de organizaciones de caridad y de asociaciones culturales y deportivas en Gaza y CisJordania. Israel, jugando con fuego, intentaba dividir al movimiento palestino para debilitar a Yasir Arafat, entonces el enemigo número uno, y, toleró el desarrollo de las actividades de los islamistas.

Precisamente en este caldo de cultivo, político-religioso, en el que la ayuda mutua precede al proselitismo, los militantes son escogidos y enrolados. En la siguiente etapa, los aprendices, de terrorista reciben entrenamiento militar al tiempo que sufren un lavado de cerebro a golpes de prédicas inflamadas que exaltan el martirio. Al aspirante a kamikaze se le promete la más hermosa de las muertes, la que le llevará "a la derecha de Alá" en un paraíso donde "el puro amante podrá gozar de 72 vírgenes huríes". Una fascinación morbosa que alimenta el odio a los sionistas. Hamás significa celo en árabe.

El futuro kamikaze se sumerge a menudo en una total clandestinidad durante meses mientras espera las instrucciones de sus superiores. Pero también puede llevar una vida normal, como el estudiante de Ramala, que tres días antes del atentado seguía asistiendo a clase.

Los ejecutores del brazo armado de Hamás, Ezzedin al Kasan, pertenecen a una red de células dormidas pero cuidadosamente compartimentadas -una estanqueidad que sirve para dificultar las investigaciones de los servicios de seguridad israelíes y palestinos-, y sólo al recibir la orden el elegido es informado de sus objetivos y se hace cargo de los explosivos.

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La policía israelí baraja también la hipótesis de que los autores de los atentados en Jerusalén se escondieron en una casa o en un sótano de la Ciudad Santa. "No se pueden transportar a plena luz 15 o, 30 kilos de dinamita a la espalda o en un taxi", declaraba un responsable policial al Jerusalen Post. Pero cuando llega el momento del martirio basta con subirse a un autobús abarrotado -o, como pasó el pasado lunes, acudir a un centro cormercial- con el pecho forrado de explosivos y activar el detonador.

¿El objetivo? Matar al máximo número de civiles posible y sembrar el pánico, desestabilizar al Gobierno. El islam prohíbe el suicidio, pero los jefes militares de Hamás considera que estas operaciones forman parte de la guerra santa.

Desde el comienzo de su campaña de terror, en 1993, los terroristas de Hamás ha matadlo a más de 130 israelíes en 16 ataques suicidas. Como ya ocurrió en Beirut, los israelíes se muestran impotentes frente a estos crímenes. Y los kamikazes palestinos, mientras tanto, sólo dejan entra los suyos el recuerdo de su sacrificio. Una mezcla de orgullo y de pena.

Copyright Le Monde / EL PAÍS

Se promete a la bomba, humana la más hermosa, de las muertes, la que lleva al paraíso

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