Aplazado sin fecha el 'cementerio' nuclear
Enresa da un vuelco a sus planes por la oposición social y unos nuevos contenedores
La Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) ha dado un vuelco total a sus planes y aplazado indefinidamente la construcción, del cementerio nuclear. Su presidente, Alejandro Pina, ha roto todos los esquemas anteriores: "No tenemos ninguna necesidad de construir un almacenamiento geológico profundo para el 2015-2020. Podemos alargar el calendario hasta el 2040, 2050, 2060 o incluso 2100". Dos factores han influido de forma decisiva en el cambio: la oposición popular y la posibilidad de guardar la basura radiactiva en unos grandes contenedores al aire libre.
Enresa calcula que la gestión de estos residuos va a costar 1,23 billones de pesetas. Para afrontar estas inversiones, el 1% de la factura eléctrica de todo español va a las arcas de esta empresa. Ahora mismo tiene ya acumulados 170.000 millones. Los planes que básicamente ha estado defendiendo Enresa en sus diez años de funcionamiento eran: Las nueve centrales nucleares españolas tienen una vida media de 30 años. En ese tiempo van a generar unas 9.000 toneladas de residuos de alta radiactividad (combustible gastado, cuya peligrosidad dura miles de años). El sistema más seguro y aceptado científicamente en el mundo es enterrar estos residuos en formaciones geológicas de gran estabilidad, como el granito o la sal. Hay que buscar un lugar en el territorio español donde ubicar esa instalación. En tomo a los años 2000-2005 Enresa pro pondrá al Parlamento y al Gobierno un abanico de media do cena de emplazamientos técnica mente idóneos para que se decida el lugar definitivo de ese cementerio. En tomo al año 2020 -más o menos como en otros países con energía nuclear- esa instalación estará lista.Más vida para las centralesAhora todo es, según Pina, radicalmente distinto: "La hipótesis de vida media de las centrales ha pasado de 30 a 40 años; en EE UU algunas opiniones hablan incluso de 60 años". "En ese tiempo van a generar unas 11.800 toneladas de residuos de alta actividad" -ahora hay 1.800-. "Los contenedores en seco, ya patentados en EE UU, y cuya licencia en España por parte del Consejo de Seguridad Nuclear probablemente esté lista en marzo, nos permiten alargar la gestión de estos residuos decenas de años sin recurrir al almacenamiento geológico"."Hasta ahora", añade Pina, "teníamos el inconveniente de que se llenaban las piscinas de las centrales [piscinas donde se va almacenando el combustible gastado irradiado utilizado en los reactores]. Ahora ya nos hemos liberado de esa presión y podemos alargar el calendario hasta el 2040, 2050, 2060 o incluso 2100. Hay que desmitificar las fechas, porque no se contaba con una variable muy importante: la nula aceptación social". En otoño, a raíz de la divulgación, por parte de los ecologistas de Aedenat, de 14 supuestas zonas candidatas a albergar ese cementerio, se montó un impresionante movimiento social de protesta.
Una vez llenas las piscinas, la basura se guardará en esos contenedores metálicos de unos cinco metros de alto. En principio, junto a cada planta nuclear; pero el proyecto de Enresa es buscar un lugar para centralizar esos contenedores, lo que seguramente también levantará oposición social. "Pero mucho menos que el almacenamiento geológico", dice Pina.
Todos estos cambios se están plasmando en el V Plan General de Residuos Radiactivos, que Enresa presentará al Gobierno de aquí a junio.
Por ahora, Enresa no descarta definitivamente la opción del enterramiento. Prueba de ello es que sigue haciendo investigaciones geológicas con este fin en Suiza, y ha firmado acuerdos para hacer otro tanto en Suecia, Bélgica y Alemania. ¿Por qué fuera? "Por la oposición de la gente en España", explica Pina. "Es triste que en España no exista un laboratorio de investigación de residuos de alta actividad, como en los países desarrollados".
Pero el presidente de Enresa cree que algún día probablemente se pueda rechazar del todo el cementerio: "Pienso que la tecnología evoluciona a grandes pasos y que lo que hoy se ve como necesario [el enterramiento], mañana ya no sea así". Jorge Lang-Lenton, director de Diversificación y Relaciones Externas de Enresa, destaca, entre esas tecnologías emergentes, la transmutación.La transmutaciónExplica Lang-Lenton lo que es: La transmutación requiere primero el reprocesamiento del combustible nuclear gastado -separar uranio y plutonio; algo que ya se hace en Francia, Alemania y Japón-; y después separar los actínidos (isótopos pesados descendientes del plutonio) y ponerlos en la forma química adecuada para convertirlos en una especie de elementos combustibles; se trata de un proceso de bombardeo de neutrones de alta energía hasta romperlos. Desaparece así el isótopo original y aparecen dos nuevos que ya no tienen emisiones alfa (las de más larga vida), sino beta y gamma, de vida corta, de unos 30 años de vida media de radiactividad. Quedan así menos residuos y menos peligrosos.
Para esta operación son necesarios reactores rápidos -al estilo del Fénix y Superfénix de Francia, y Monju de Japón-. Lang-Lenton calcula que para que esta tecnología -que ya se prueba en laboratorio- pueda aplicarse masivamente faltan, si se ve que es finalmente factible, unos 20 años.
Pina apunta que no será más barata que el cementerio. Ahí surge el principal problema. Diversificar las líneas de investigación -con lo costosas que son- supone inversiones ingentes. Lang-Lenton sale al paso: "Como Enresa elabora un plan cada año, eso nos permite ir afinando, no dar pasos en falso y aquilatar las inversiones".
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