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Pase lo que pase, continuarán las privatizaciones

Empresaria, titular de acciones de RepsolSubsecretario de EconomíaDirector general de IVECO

Jesús Mota

El número e importancia de las empresas públicas y su papel en la política económica y empresarial española definía no hace muchos años la posición ideológica de los partidos políticos en economía. Hoy esa línea se ha difuminado. El PSOE ha ejecutado, sin grandes aspavientos, una política de privatizaciones de notable importancia; y el PP promete igualmente una reducción del perímetro público del Estado con privatizaciones abundantes, aunque preestablecidas en el Parlamento, a través de una vía lenta. Las diferencias parecen de procedimiento; mientras el PSOE defiende una privatización "caso por caso", el PP es partidario de dotar de un abigarrado marco legal el proceso de venta de las empresas públicas. E insiste en destinar los ingresos a compensar el endeudamiento público. IU niega de partida la conveniencia de las privatizaciones.

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El PP enarbola fervorosamente la bandera de las privatizaciones como uno de sus principales argumentos (o promesas) electorales, junto con la reforma del IRPF; pero lo cierto es que el PSOE, es decir, el Gobierno, ha ejecutado una política de privatizaciones probablemente muy difícil de igualar. Las cifras así lo dicen. En la presente legislatura el Gobierno ha privatizado empresas por importe de 1,12 billones de pesetas (gráfico en página contigua), contando con los ingresos que se producirán con la próxima privatización de Argentaria. Pero es que entre 1982 y 1993, si atendemos a las privatizaciones más importantes, los Gobiernos del PSOE han ingresado como mínimo 591.000 millones de pesetas en no menos de 30 empresas públicas vendidas.Dicho sea lo anterior para que se aprecie que las privatizaciones han perdido los tintes ideológicos, por lo menos los más acusados. Y también para saber que, gobierne el PSOE o el PP, las ventas de empresas estatales continuarán. Es casi público y casi notorio que Pedro Solbes, ministrc, de Economía, y su equipo frenaron a última hora, en enero, la privatización de tres grandes empresas públicas: Aldeasa, Trasmediterránea y Tabacalera. Con el añadido de que, en el caso de Tabacalera, se pretendía adornar la consabida OPV (Oferta Pública de Ventas) con algún artilugio financiero que permitiera formar una mayoría estratégica o de control en la empresa. El llamado núcleo duro.

Si el PP forma Gobierno, la privatización de las empresas públicas corre el riesgo de convertirse en un vasto despliegue de fuegos artificiales jurídicos y parlamentarios. Tendrá difícil, en cualquier caso, igualar al PSOE, que sin grandes despliegues legales ha puesto en manos privadas empresas como SKF, Seat, Entursa, Enfersa, Enasa, MTM, Ateinsa, parte de Endesa, Ence o Argentaria y la mayor parte de Repsol. Es bien sabido en todo caso que el PP defiende privatizaciones generosas -probablemente hasta el 100%- de Argentaria o Endesa. Está claro es que si el PP cumple. sus compromisos se aplicará un programa de privatizaciones predecible y advertido, y no se sabe qué efectos puede tener esta transparencia anticipada sobre los mercados.La privatización de empresas públicas carece ya de sorpresas, en cuando que está perfectamente delimitado del cuadro de sociedades que puede ponerse en almoneda. Resulta más llamativo saber qué servicios públicos podría o querría privatizar el PP, con el pretexto conocido de diferenciar titularidad (que permanece pública) y gestión (que puede ser privada). El volumen de negocio de servicios como el agua, el transporte o la sanidad es mayor y la proyección sobre el ciudadano más importante que la venta de empresas del Patrimonio o de Téneo.

Encarnación Soto

"He comprado acciones le Repsol en las últimas privatizaciones, y hasta hora he conseguido siempre una rentabilidad muy alta". Encarnación Soto, empresaria de 36 años, se declara muy atenta a los procesos de privatización de las empresas públicas, que, por cierto, se han multiplicado en los últimos años. "Confío en la estabilidad de las grandes empresas como Repsol, Telefónica o Argentaria", asegura.Encarnacion entiende que las privatizaciones son un proceso natural, porque es mejor que exista un amplio volumen de accionistas en las empresas y, en todo caso, "preferible a que las empresas permanezcan en manos del Estado". En su opinión, "el Gobierno debe desprenderse de las participaciones en empresas públicas y dedicarse a gestionar actividades estrictamente políticas, que requieren todo su esfuerzo.

Juan Antonio Blanco

El Ministerio de Economía, a través de la Dirección General del Patrimonio, controla un buen número de empresas públicas, algunas de ellas muy grandes (Telefónica o Tabacalera, por ejemplo) y otras muy rentables (Aldeasa). Juan Antonio Blanco Magadán, subsecretario de Economía, defiende el ritmo de privatizaciones del equipo de Pedro Solbes: "Dado que, en la práctica, existían situaciones jurídicas complejas. Iigadas a contratos o subvenciones, hemos ido al ritmo que nos ha permitido este tipo de situaciones".Blanco Magadán defiende también la fórmula de la venta en Bolsa, típica del llamado capitalismo popular. "La fórmula de OPV (oferta pública de ventas) es el sistema que consideramos más correcto para la privatización de grandes empresas. La Dirección General del Patrimonio siempre ha vendido a través de OPV".

Piero Bondesan

Iveco Pegaso, fabricante e vehículos industriales, que vendida a Fiat en 1991. La nueva gestión privada) ha empleado cuatro años en activar la compañía, y en 1995, por primera vez 21 años, presentará una cuenta de resultados con beneficios. Así lo explica, con números, Piero Bondesan, economista, 50 años, director general de Iveco: "En 990, antes de la venta a Fiat, la empresa producía 4.800 unidades con una plantilla de 5.300 trabajadores; hoy produce 26.000 unidades con 3.600 trabajadores".Media entre ambas cifras un esfuerzo de ajuste industrial y una inversión de 102.000 millones de pesetas. "La [nueva] gestión está encaminada exclusivamente a buscar la rentabilidad en la inversión". La venta de Pegaso a Fiat es un ejemplo de privatización industrial a un comprador único y sin oferta pública de ventas (OPV).

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